jueves, 31 de mayo de 2012

“Ser pobre con decoro es una ventaja”

José de la Peña junto a
Plácido Fernández Viagas.
Permítame, dije a a don José de la Peña Cámara, una pregunta muy infantil. Suponga que sabe usted que se van a producir en Sevilla dos atentados. Uno contra la Giralda y otro contra el Archivo de Indias, del que fue usted director. Sólo puede evitar uno. Así que dígame su decisión. Ya sé que es como preguntar a un niño “¿a quién quieres más a papá o a mamá?”.
Don José sonrió. Iba a cumplir 87 años. Se queja de que ya no tiene la memoria tan buena que heredó de su madre. También se acuerda de su padre. Le  enseñó a vivir muy libre de ambiciones, de poder  y de riqueza y a comprender que ser pobre con decoro es una ventaja en la vida. Ayudó a que cayera Alfonso XIII, pero era un extraordinario partidario de su nieto Juan Carlos, porque a él se le debía  la democracia que vivíamos.
-¿Cómo llamaría al anterior Jefe de Estado?
-No sé si llamarle tirano o dictador.
-¿Por problemas de conciencia o de lenguaje?
-Como hoy día usamos el lenguaje  para ocultar cosas en vez de para entendernos, a los tiranos les llamamos dictadores. Pues llamémosle dictador.

-¿Qué atentado va a evitar usted?
-Salvaría el Archivo de Indias.
-¿Quiere a la Giralda?
-Como la puede querer un sevillano. Pero en el Archivo hay documentos que todavía no han sido estudiados, referentes a la gran obra de España en la Historia Universal.
Desde que se jubiló, don José lee mucho, fundamentalmente libros de teología, porque se propuso enterarse un poco de su religión.
-¿Ha logrado dar con Dios?
-He logrado dar con el prójimo. Dios está muy lejano. Es un misterio. Y un misterio es algo incomprensible. Recuerde eso de “el que dice que ama a Dios, al que no ve, y no ama al prójimo, al que ve, está mintiendo”.
Don José guardaba, como recuerdo inolvidable, la emoción que experimentó  cuando Juan XXIII recibió a él y a catorce archiveros de varios países en una habitación contigua donde tenían lugar las audiencias a los Jefes de Estado. Como no había sillas para todos, el Papa dijo: “que se sienten los que puedan”. Cuando le saludó,  Juan XXIII  le habló de sus dos viajes a España: “La primera vez nadie quería recibirme. (Era cardenal). La segunda vez todo el mundo me trató bien”. (Era Papa).