miércoles, 23 de mayo de 2012

Charo Fernández Cotta con diecinueve años

Los pequeños miedos de Charo son la enemistad, las motos, las malas lenguas, la envidia, los celos… Los científicos aseguran que el miedo paraliza hasta el crecimiento de las uñas. No me fijé en las suyas.
Su gran miedo es la muerte. Piensa mucho en su significado
Todo esto me lo contó Charo fernánez Cotta  cuando tenía diecinueve años. A simple vista se  le podía aplicar lo de Stendhal: la belleza es una promesa de felicidad. Lo que no me dio tiempo a saber entonces si también poseía la sutileza del encanto.
Recuerdo que estudiaba segundo curso de Periodismo y tenía el título internacional de Paracaidista. La práctica del paracaidismo era para ella más que valor,  una cuestión de superar  la marginación de la mujer en el deporte.
Había saltado diez veces desde seiscientos y setecientos metros de altura. Desde esa altura, cuando saltaba, sentía primero un silencio total. Después, cuando se abría el paracaídas, experimentaba una sensación maravillosa. Como no me desentrañaba esa sensación, le pregunté:
-¿Placer, gozo, felicidad?
-Una vez que se me ha abierto el paracaídas, no me gustaba terminar de caer nunca a la tierra.

-¿Tendrás vocación más de pájaro que de periodista?
-El paracaidismo ha sido para mí  una experiencia, mientras que espero que el periodismo sea mi vida.
-¿Se engancha el miedo al paracaídas?
-Por supuesto que sí, pero lo supero. Pienso que tengo bastante menos miedo que algunos de los que saltan.
-¿Cómo saltas desde la avioneta?
-Haciendo un arco con todo el cuerpo.
-¿Qué sientes cuando vas hacia abajo?
-Una paz inmensa.
-¿Llevas los ojos cerrados?
-Bien abiertos. Generalmente se suele usar gafas, pero yo no me las pongo.
-¿Tiene una psicología especial la paracaidista?
-Lo tópico es decir que la mujer no es valiente sino inconsciente. Desde luego hay muy pocas mujeres que practican el paracaidismo. Pero no se trata de inconsciencia sino de valor.
-¿A quién vas a dedicar el próximo salto?
-Si lo hay, me lo dedicaré a mí misma.