domingo, 8 de abril de 2012

Un lepero y la Expo 92

Tenía 29 años. Parado. Vivía con sus padres que tenían una pensión mínima. Consumía un paquete diario de cigarrillos rubios. Licenciado en Ciencias Políticas. Preparaba un trabajo (su tesina) sobre Blas Infante y el andalucismo. Estos datos son sobre Juan Jesús Camacho, nacido en Lepe. Es lo que sabía de él cuando el 10 de diciembre de 1985 tomó una decisión que ya había madurado. Se dirigió de noche al Centro Municipal de Adultos de su pueblo. Llevaba objetos de aseo, tabaco y el libro “Paisaje andaluz con figuras” de Antonio Gala. Al llegar dijo a uno de los profesores del centro “Ve  al Ayuntamiento y comunica al concejal de Cultura que estoy aquí encerrado en huelga de hambre.”A los cuarenta y cinco minutos se presentó el concejal y le preguntó que para qué estaba haciendo eso,” “Para llamar la atención de las autoridades y así poder participar en el concurso de ideas de la Expo-92” Después de una pequeña discusión, el concejal le dijo “que de acuerdo, pero que tuviera mucho cuidado con alterar el orden público.”
-¿Qué sentías cuando comenzaste la aventura?, le pregunté.
-Mucha seguridad y una gran tranquilidad mental.

-¿Hacías trampa?
-Sólo tomaba miel pura de campo y agua.
-¿Tuviste problemas?
-Al octavo día se me bajó la tensión: seis de máxima. Me llevaron en ambulancia al Hospital Infanta Elena, de Huelva. Allí me dijeron que yo no presentaba síntomas de deshidratación y que podía continuar la huelga.
Al décimo día sonó el teléfono en el Centro Municipal de Adultos. Preguntaban por él. Era Bernardo Bueno, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, que también es lepero. “Juan, deja la huelga porque, en principio, están dispuestos a recibirte en el Comisariado de la Expo y a escuchar tus peticiones.” “¿Tienes seguridad de que de verdad me van a recibir?” “Sí. Te estoy llamando desde el propio Comisariado, en presencia de Francisco Arance, secretario general, y de Rafael López Palanco, director del Área Técnica.” “¿Cuándo podré ir?” “Como tienen la agenda de trabajo muy apretada, después de Reyes.”
Me cuenta Juan Jesús Camacho que su pueblo es muy religioso. La Virgen Bella es para ellos su Madre. Se trata de una imagen del .siglo XV que sirvió de sagrario porque tiene en el pecho una oquedad. Recuerda que a mediados del XIX un lepero, que era fraile, fue el artífice del alumbrado eléctrico en la feria de Sevilla. Se llamaba José Oria Castañeda, que impartió clases en la Universidad hispalense.
-¿Se llena la iglesia de tu pueblo los domingos y fiestas de guardar?
-No, porque como circula mucho dinero, la gente se ha vuelto un poco materialista y conservadora. Hay más de doce sucursales bancarias. De enero a junio se mueven capitales en torno a los 5.000 millones de pesetas, gracias a las fresas.
Y ahora el postre de esta conversación. El quince de enero Arance y López Polanco le comunicaron que se iba a convocar el concurso de ideas para la Expo. No era abierto sino restringido y para poder participar en algunos de los doce equipos invitados le aconsejaron que se entrevistara con Jaime Montaner, consejero de Política Territorial de la Junta de Andalucía. Así lo hizo. Montaner le prometió avisarle y no cumplió.
La Expo de Juan Jesús Camacho hubiera sido un jardín botánico, símbolo de la vida, en el que estarían representados el cristianismo, el judaísmo y el islamismo. El sediento podría beber en la Fuente de la Concordia que estaba en medio de la Vía del Progreso. Para llegar hasta allí había que pasar por la Gran Vía de la Paz. Un sueño.