miércoles, 4 de abril de 2012

“El Gran Poder es de las mujeres; la Macarena, de los hombres.”

-¿Qué diferencias encuentra  entre el oro y la plata?
Fernando Marmolejo Camargo contestó:
-Cuando se trabaja el oro tiene que ser uno más detallista, porque el oro decanta más las imperfecciones. La plata es más tolerante con las manos del artista.
-¿A cual de estos dos materiales preciosos se parece usted más?
-Si tuvieran corazón, a la plata con un baño de oro.
Antes de llegar a su estudio, en la Avenida de Eduardo Dato número 2, pasamos por la Plaza del Pan. “Aquí se pasaba muchas horas el padre de mi padre, porque era de los mozos de cuerda que transportaban pianos y cosas de esas”, dijo. A la altura del número 17 de la calle Valdés Leal  comentó: “Aquí hubo hace muchos años un taller artesano. Aquí se ganaba el pan mi padre, que era metalero. Trabajaba en los metales que llevaban los coches de caballo. Pero como los automóviles empezaron a pisar el terreno a los coches de punto, él cambió de trabajo y comenzó a instalar los primeros taxímetros en Sevilla, sin perder la esperanza de que cuando llegara la Exposición Iberoamericana renacieran los oficios artesanales. Y renacieron. Entonces mi padre se dedicó a la cerrajería artística”.

-¿Ante quién ha rezado usted últimamente?
-Ante el Gran Poder, aunque sea, como yo digo, de las mujeres. Y también ante la Macarena, que es de los hombres.
-Y especialmente de usted…
-Si lo dice por el camarín de plata que le hice, sí. Es la obra que más me satisface junto con las azucenas que realicé para la Giralda.
En su estudio me enseñó una fotografía  de los padres del rey Juan Carlos. Mirándola con nostalgia comentó:
-Esa foto me la dedicaron María y Juan en 1956. Mi madre era monárquica, pero mi hermano José Luís fue muy liberal. Lo mataron los nacionales sin un proceso, sin un consejo de guerra, porque era de la FUE, una organización estudiantil de la izquierda republicana. Tenía veintiún años. Estaba preso en lo que hoy es el cine Trajano, convertido entonces en cárcel. Cuando mi madre fue a llevarle la comida, se la tuvo que traer a casa, porque él ya no estaba. Pero ¿para qué recordar las atrocidades de los militares en julio del 36?
-¿Cómo son los niños Jesús de sus belenes de plata?
-Como mi nieto, como mi Juan Miguel que tiene diez meses. Es un niño que cuando lo miras, si tú estás disgustado, se te quita el disgusto.
(Fernando Marmolejo fue miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría)