lunes, 2 de abril de 2012

Un filtro de amor

El procesado entró en la Sala tercera de lo Criminal  de la Audiencia Provincial de Sevilla entre dos agentes del Orden Público. Llevaba las manos esposadas  atrás. Cabizbajo, vestido de negro y bien afeitado. Tenía treinta y dos años, cuatro hijos y amigos en el pueblo donde vivía,  muy cercano a la capital. Durante el interrogatorio dijo que no recordaba cuándo se casó y que, a veces, discutía con su esposa. Dos días antes de que la matara, denunció en el Juzgado Municipal de… que  su mujer le había echado  una droga en el café, un filtro de amor. Después contó el viaje que hizo a… para asistir al entierro de un familiar. Cuando regresó vio a su esposa en la plaza del pueblo. Eran las diez de la mañana. Le dijo que si no se compadecía de lo que había hecho con él y entró con ella y con un amigo en un bar. El se encontraba mal. Había bebido mucho y se apartó de la mujer.
-¿Cuándo volvió usted a ver a su esposa? le  preguntó el fiscal.
-Sobre las tres y media de la tarde. Me encontré con ella en un bar.
-¿Iba sola?
-Llevaba al niño de dos meses en los brazos. Me fui de allí. Le dije que quería estar solo, pero ella venía detrás de mí para llevarme a casa. Cuando pasamos por un edificio abandonado yo me acerqué a dos hombres y a un muchacho que estaban junto a una candela para darles un cigarro. Entonces dijo ella: “no echarle cuenta que está loco”. Empezamos a discutir. La agarré por el cuello, pero ella salió corriendo. Yo iba detrás. Cuando se quedó parada, yo no sé lo que le hacía.

-¿Cuántas puñaladas le dio usted?
-No me acuerdo de lo que hice.
-¿En qué parte del cuerpo le dio primero?
-En la barriga.
-¿Lloró ella?
-Se cayó al suelo.
-¿Qué pasó con su hijo?
-Lo cogió una mujer y se lo llevó.
Un testigo, al que el presidente del tribunal dijo que se sacara las manos de los bolsillos, manifestó lo que, según él,  había presenciado: “Yo estaba en una candela en un edificio abandonado con Rafael, al que yo llamo Manuel. Este me dijo: “ahí viene un hombre por los olivos” Cinco o seis pasos detrás venía una mujer. Pasaron junto a nosotros. A la media hora volvieron y yo escuché decir al hombre “te mato”. La mujer pedía socorro.  Yo cogí  al niño que estaba debajo de un olivo para que no le cayera el agua de la lluvia y se lo llevé a la mujer del guarda. Luego me dijeron: “allí hay una mujer muerta”.
-¿Estaba bebido? le  preguntó el presidente del tribunal.
-Yo, no.
-Le pregunto si el procesado estaba bebido.
-Creo que no. Yo no le vi  dando “camballá”.
-¿Por qué no intervino usted sabiendo que se estaban peleando?
-Yo no tenía nada  que ver con aquello.
(El procesado había manifestado que los dos hombres vieron cómo él había apuñalado a su esposa).