Llamo a Ricardo Ríos. No he ajustado mi reloj al horario de verano. El, verán, cómo sí.
-¿Qué hora tienes?
-Las once menos cinco. Naturalmente de la mañana, porque a esa hora de la noche no respondo.
-¿Tu noche preferida?
-Es cualquiera. Cualquiera que me acueste con la
conciencia
tranquila, aún reconociendo que he podido hacer más. Mi noche es la que
duermo sin pesadillas, la que me va a permitir ver la luz del día, si
Dios lo quiere.
-¿Es de fiar tu reloj?
-Tengo varios. Casi todos
de regalos o de promociones de los periódicos (¡para lo que hemos
quedado los periodistas!, como me dijo en una ocasión un quiosquero: "para vender promociones"). Pero el reloj que miro ahora es de fiar y tiene su historia.
Ricardo
Ríos es padre de siete hijos. Su esposa es médica. El preside la
Asociación para el Progreso de la Comunicación. Trabajó en cuatro
emisoras: siendo adolescente en una local de Castilleja de la Cuesta;
en Radio 80, como director; en la SER y en Antena 3 Radio. Cantó doce
goles, los de España a Malta en el Villamarín. Al día siguiente, dice,
era como un hermano de la cofradia del Silencio: no tenía voz. Para él
la radio es vida y le da vida, pero también se la pudo quitar.
-Me
escapé de un accidente automovilístico en el que murieron cuatro
compañeros: Vicedo, Ortiz, Moreno y Blandón. Yo iba a ir en ese trágico
viaje, pero al final...me escapé.
-¿Por qué?
-Por
responsabilidad, por eludir la posibilidad de llegar tarde al estreno
de una obra teatral, a la que tenía que hacerle la crítica en ABC. Una
obra del grupo Tabanque de nuestro común amigo Joaquín Arbide.
-¿Recuerdas cuándo estrenaste el reloj que llevas?
-En
1982, un año muy emblemático en el que ganó por primera vez tu amigo
Felipe González, en el que un Papa, santo, oficialmente beato, Juan
Pablo
II visitó, también por primera vez, Sevilla. Y aquí, en ese año se jugó
el Campeonato Mundial de Fútbol. Yo fui elegido, por los compañeros de
prensa, radio, televisión y gráficos, Jefe de Prensa de la sede de
Sevilla, y la FIFA me regaló el reloj que utilizaron los árbitros.
-Te elegimos en una asamblea de la Asociación. A propósito, ¿cómo ves la prensa?
-La prensa me duele. Aquí debería seguir siendo
nazareno del Silencio y callarme, pero yo soy del Baratillo. Me duele porque los periódicos de ahora están muy alineados.
-Y antes también.
-Hubo
una época en que estaban alienados, pero era por imperativo
obligatorio, ahora es por devoción partidista. Quisiera ser optimista,
pero no olvides que soy profesor en la Facultad de
Comunicación...
-Lo sé.
-La
cosa no pinta muy bien, pero todo cambia. Ojalá que sea para mejor.
Pero eso tiene que empezar desde abajo, porque de lo contrario se llega
a la Universidad con mucha cojera, que Bolonia no tiene visos de curar.
-¿Tu semana?
-La
Semana Santa. Como sevillano, me gusta la Feria, en su justa medida.
Pero la Semana Santa aquí es única. En esto coincidimos muchos
sevillanos, y bastantes que no lo son.
-¿De qué Semana Santa hablas?
-De lo que es la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo según la entiende Sevilla. No hablo de Semana Santa como espectáculo.
-¿En qué basarías tu pregón?
-En
lo que creo. En la fe que me transmitieron mis mayores. En las
vivencias cofrades compartidas de un cristiano y aquí alguien podría
decir: de un cristiano comprometido, ¿es que puede haber un cristiano
que no sea comprometido? ¿Es que hay algún bético que no sea del Betis?
Mira que palabra más bonita para terminar, si te parece, la entrevista,
Betis, con "b" de Baratillo.