“En esta cárcel hay internos aficionados a la
jardinería que arreglan esa zona de césped por donde usted ha pasado. Y
en un patio interior tienen un jardín con rosas, cultivadas bastante
bien por ellos. El patio está cerrado para que no se estropeen las
flores, pero se puede ver desde todos los lados”. “¿Qué delitos han
cometido los presos de las rosas?” pregunté al que entonces era
director de la antigua Prisión Provincial de Sevilla, Francisco
Vázquez. “No sabría concretarle” contestó. “Son las rosas del que llegó
y aun no se ha ido”, como dijo el poeta, murmuré y añadí: “¿en qué
parte de la prisión tiene su vivienda?” “Encima de este despacho.
Desde donde está mi casa hasta donde están los internos hay cuatro
rastrillos, cuatro puertas. Están lejísimos. Mis hijos en la vida ven
un recluso ni la prisión, sólo los tejados, como los puede usted ver
desde la calle.”
-¿Cuántas veces al día cuentan a los presos?
-Seis o siete.
-¿Qué están haciendo en estos momentos?
-Vamos a ver. ¿Qué hora tiene usted?
-Las once y media.
-Unos
estarán recibiendo enseñanza en la Escuela General Básica; otros leerán
las páginas deportivas y de sucesos de los periódicos locales y de dos
nacionales; los menos leerán los artículos de fondo. Habrá internos en
los patios y en el polideportivo. Más tarde un grupo reducido pasa a
talleres. El parquet del despacho donde nos encontramos es obra de los
reclusos. También hacen balones de reglamento, flores, manipulados de
cartón y de plástico…
Mi entrevistado es licenciado en Derecho y en
Criminología por la Universidad Complutense. Fue educador de un grupo
de internos peligrosos en el penal de El Puerto de Santa María. Entre
ellos, el “Lute”, que se fugó, y varios etarras. Cuando la ETA envió
a la cárcel de Sevilla un paquete-bomba a finales de junio de 1991
murieron, a causa de la explosión, un funcionario, dos reclusos y una
persona que se encontraba de visita en el centro.
-¿Hay muchos presos?
-Setecientos.
-¿Cuántos funcionarios los vigilan?
-Ahora no más de dieciocho. Y la vigilancia es relativa, porque hoy día nuestra misión es más de reeducación.
-¿Qué van a comer hoy?
-No lo sé. Pero mientras nosotros estamos aquí van a traer la prueba y tendremos ocasión de ver la comida.
-¿Es un acto simbólico?
-No. Yo suelo probarla cuando me la traen aquí o cuando voy a la cocina y la veo en los bombos.
-¿Cómo es la libertad entre rejas?
-La
Ley Penitenciaria y el ordenamiento moderno establecen que en la
prisión haya una situación de vida lo más parecida posible a la vida en
libertad.
-¿Ocurren hechos extraños en esta prisión?
-Un chico de dieciséis años forzó a uno de diecinueve.
-¿Tenía antecedentes?
-Entre otros delitos, había violado a una extranjera en Sevilla, en presencia de su marido.
-Dice Juan Ramón Jiménez que Dios nos dio la memoria para que pudiéramos tener rosas en diciembre. ¿Se reza entre rejas?
-Yo
he conocido tiempos en los que era obligatoria en la prisión la misa de
los domingos. Ahora, de los setecientos presos sólo asisten quince o
veinte. El factor religioso ha sufrido aquí un enfriamiento paralelo al
que hemos tenido en la calle.
-¿De qué le tachan a usted a nivel profesional?
-De
soñador. De que pienso en cosas irrealizables, pero yo creo que se
pueden conseguir, como es llegar a culminar el verdadero tratamiento
reeducador del interno.