lunes, 6 de febrero de 2012

Lechugas y canto gregoriano

En una discoteca Francisco Duque escuchó un himno latino del siglo XII que describe el día del juicio final. (“Dies irae, dies illa.” El día de la ira, aquel día en que los siglos se reduzcan a cenizas…) Este musicólogo y compositor cree que es fácil identificar en la semioscuridad de una sala de fiestas el canto gregoriano si cantasen el “Pange lingua” Sergio y Estíbaliz. Con 17 años era organista del Real Monasterio de Santa María del Parral de los Jerónimos, en Segovia. Tocaba diariamente ocho horas el órgano, acompañando al canto gregoriano de los monjes, que se alimentaban de lechugas porque eran los años del hambre en España.

-Nos comimos todas las de la huerta y a punto estuvimos de acabar con las de otra cercana a la nuestra, dice Francisco Duque,
-¿Qué había en el convento además de lechugas y canto gregoriano?
-Un gran movimiento espiritual que representó mucho en la posguerra y cuyo eje fue el padre José Ortí Meléndez Valdés. Era hermano de don Alfonso, que estuvo de gobernador civil en Sevilla.
-Dice usted movimiento porque el dictador sintió predilección por los Jerónimos?
-Franco favoreció todos los movimientos que suponían algo de tradición en nuestro país. Y al convento acudían personalidades tan interesantes como el fundador del Opus Dei, que durante varios años acudió todos los jueves.
-¿Para aprender gregoriano?
-Es que muchos monjes se confesaban con él.
Francisco Duque recuerda que cuando regalaron un órgano electrónico a Pio XII, tuvieron que probarlo en la Plaza de San Pedro, porque al principio los electrónicos fueron rechazados por la Iglesia. Este ex monje .se considera un hombre sin pretensiones. Ama la música, pero que no come con ella. Era profesor del Colegio Calderón de la Barca y fundador de un coro, que es el único en España que canta exclusivamente gregoriano. Está seguro de que las voces de sus componentes son tan sencillas que si Plácido Domingo viniera al coro, lo estropearía.
-¿Por qué?
-Porque nosotros necesitamos a gente con mucho oído y con mucho espíritu.
-¿Ha habido adulteración en el gregoriano?
-Tanta que para escuchar buen gregoriano hay que acudir a las abadías y a los monasterios en vez de a las catedrales. Es una música que relaja. Produce paz.
-¿Se distancia mucho del flamenco?
-Técnicamente tienen muchas cosas en común.
-No comparten el latín.
-Pero sí la acogida del pueblo más espiritual y sensible como es el andaluz.