martes, 31 de enero de 2012

Iluminar la vida diaria

Vivía Franco. Gobernaba Arias Navarro. Juan Carlos aguardaba.
Un futuro incierto tocaba el hombro de los españoles
Sacerdotes de aquel tiempo firman un texto que es leído en numerosos templos de Sevilla y provincia. Los fieles escuchan con atención que el sector agrícola está abandonado y el campesinado no tiene horizonte.
Oyen que las clases trabajadoras son las que más gravemente padecen las consecuencias del paro que no deja de aumentar. Sufren el despido libre y el elevado coste de la vida.
Piensan en sus hijos cuando les recuerdan que el número de plazas escolares es insuficiente y que muchos profesores sufren la interinidad.
Los autores del escrito se quejan de que les tachan de subversivos cuando ellos lo que hacen es iluminar con el Evangelio la vida diaria.

Hay fieles que abandonan el templo cuando escuchan que se pide a los gobernantes libertad de expresión oral y escrita, amnistía para todos los presos y exiliados, reconocimiento del derecho de huelga…
Cuando llegó con puntualidad el texto al Tribunal Supremo, esta alta institución consideró que los sacerdotes hacían hincapié exclusivamente en hechos y circunstancias de carácter negativo e instigaban al desorden y a la violencia.
Reina Juan Carlos. El príncipe Felipe espera. Gobierna Soraya. El cardenal Rouco mira el reloj; es su hora.
En Bruselas un señor alto, de pelo negro y de barba casi blanca, se acerca a un finlandés, que es el primer ministro de su país, y con ayuda de intérprete hace apología del derecho de huelga. Comienza la cumbre de la UE.
En la Península Ibérica las clases trabajadoras son las que más gravemente padecen las consecuencias del paro que sigue creciendo.
La señora Ángela Merkel toca el hombro de los españoles.