viernes, 6 de enero de 2012

Cortejos fúnebres por la Alameda

“El guardia del saco”. Así apodaban al primer apoderado que tuvo José Gómez El Gallo. Era un guardia municipal que descubrió un crimen cometido en la Alameda de Hércules. Habían matado y descuartizado a una anciana y la metieron en un saco, según me contó José Vega Mateos.
José Gómez El Gallo prescindió de los servicios del apoderado no por el mote sino porque de los seis reales que ganaba el torero por cada corrida, el del saco, que se llamaba José Martínez, se quedaba con cinco.
Entre los recuerdos que Vega Mateos conservaba de El Gallo figuran los “machos” o borlas con las que se ajustaba el torero la taleguilla la tarde que lo mató el toro en Talavera. Le gustaba mucho vestir el traje celeste; su hermano Rafael prefería el morado. -¿Murió rico?
-Dejó cinco millones de pesetas. Y novia formal. Estaba en relaciones con la hija de un ganadero sevillano. En cada aniversario de su muerte aparecía un ramo de flores sobre su tumba. Fue íntimo amigo de Margarita Xirgú.

-¿Cómo transcurrió el entierro?
-Sé que por el centro de la Alameda de Hércules no han pasado más que dos cortejos fúnebres, el de José, en el que iba una compañía del Regimiento de Ingenieros, y el de don Pedro Rodríguez de la Borbolla, uno de los mejores políticos liberales que ha tenido Sevilla. El día del entierro de José aparecieron crespones negros en la Alameda.
-¿De quién fue la idea?
-De una señora de la calle Peris Mencheta, conocida como “Pepa, la canosa”. Era tía de un banderillero y daba dinero a rédito. Se presentó en el Ayuntamiento, pidió dinero al alcalde para los crespones y se lo concedió. Condujo el coche fúnebre un cochero que se ofreció desinteresadamente.
-¿Ha visto usted la cabeza del toro que mató a José?
-Nadie la ha visto. Yo hablé de este asunto con Pepe Rojas, banderillero de Sánchez Mejías que iba en la corrida de la muerte de José en Talavera. Pepe Rojas me dijo que pocas horas después de la corrida, Sánchez Mejías y él fueron al desolladero y se encontraron en un rincón seis cabezas peladas y en el otro rincón los doce cuernos.
José Vega Mateos, como funcionario municipal, presidió varias novilladas en la Real Maestranza, porque el Ayuntamiento de Sevilla tenía el privilegio de presidir las corridas a través del alcalde. Este delegaba en un teniente de alcalde cuando se trataba de una corrida, o en un funcionario cuando era una novillada.
Durante un ciclo de conferencias taurinas en la Universidad hispalense preguntó a Marcial Lalanda que opinaba de José. El maestro le contestó: “fue el mejor que se ha vestido de torero y que se vestirá”.
Vega me enseña un papel del 23 de julio de 1912, fecha en que hizo su presentación José El Gallo en la Real Maestranza. Es una copia del certificado de los veterinarios acreditando que las reses lidiadas, del ganadero Moreno Santamaría, por su evolución dentaria merecen la clasificación de toros, menos el lidiado en sexto lugar que fue novillo.
Durante el tercio de picas de esa corrida resultaron muertos seis caballos.