miércoles, 7 de diciembre de 2011

Un país independiente y Mariano

Hay que ser Dios para distinguir, sin equivocarse, a una persona afortunada de otra fracasada. Esta frase de Chejov induce a una fecha inolvidable para Mariano Rajoy y para Alfredo Pérez Rubalcaba: el 20-N. Ese día fue elegido por el gobierno de Rodríguez Zapatero para la convocatoria electoral como quien escoge un chiste para contarlo en el próximo entierro. El que fue vapuleado el 20-N se libró del futuro que espera al otro: gobernar, expresarse y liberarse.
Gobernar un país independiente como es España. Independiente en el sentido de que sólo depende de la canciller Ángela Merkel. Esta señora, sin hijos, ha dedicado muchas horas a la política. Va por el segundo matrimonio. En su juventud se doctoró con una tesis sobre química cuántica, materia que no resultará extraña a Pérez Rubalcaba,  doctor en Ciencias Químicas y políglota. Trabajó en la Universidad de Constanza, ocasión que aprovechó para chapurrear el alemán. 

Como asunto menor, se espera que Rajoy exprese lo que piensa sobre el destino de la tumba del dictador. Tres metros de profundidad y encima una losa de granito de 1.500 kilos. A ver quien la levanta. La hija del difunto manifestó hace años a Stanley G. Paine y a Jesús Palacios que fue el arquitecto del Valle de los Caídos el que manifestó que cuando su padre vio aquello, dijo que él quería enterrarse allí. Ni Carmen Polo ni Carmen Franco conocían tal anhelo. La esposa del dictador deseaba para ella un enterramiento en El Pardo. Sobre la última morada de Franco dijo a su hija:”a tu padre, Dios sabe dónde le van a enterrar “
Otro asunto banal es que Rajoy se libere  de la influencia de José María Aznar, considerado como el peor presidente de la democracia. El segundo peor presidente, a juicio del periodista José García Abad, es José Luís Rodríguez Zapatero, al que considera más maquiavélico que Aznar, porque a éste se le ve venir y no engaña a nadie y el otro no es lo que parece. Así lo manifiesta después de escribir un libro sobre él, titulado “El Maquiavelo de León”.
Nota: El primer abad del Valle de los Caídos fue el historiador Justo Pérez de Urbel, fraile benedictino de escasas virtudes y abundantes prebendas durante el franquismo. Es autor del libro “Los mártires de la Iglesia. Testigos de su fe”. La obra, que  contiene veinte biografías de personas que habían sido asesinadas durante la Guerra Civil, recibió una crítica muy favorable por parte del diario del Vaticano “L´Obsservatore Romano”. Este periódico, que no es portavoz oficial de la Iglesia, publicó que muchos de aquellos mártires subirían a los altares. Y ahora viene la canonización de la verdad. Según el periodista Carlos Luís Álvarez, conocido también como “Cándido”, altos cargos del Ministerio de Infornación le encargaron el año 1956 que redactara en 300 folios veinte biografías de mártires de la Iglesia, asesinados durante la Guerra civil. Le advirtieron que los escribiera urgentemente en un mes y que el libro iría firmado por fray Justo Pérez de Urbel. Como no le daba tiempo a investigar, se inventó gran parte de las biografías. Así que hizo subir a los altares a la ficción.
Por el propio “Candido” se sabe que él cobró por el trabajo 25.000 pesetas y el fraile, que ni leyó el original, 200.000. Corría el año 1956  y Pérez de Urbel era o había sido capellán de la Sección Femenina de Falange.