martes, 29 de noviembre de 2011

Ante la muerte inminente de un diario sevillano

Conozco un periódico sobre el que cierto cargo provincial del Ministerio de   Información y Turismo hizo un informe que elevó a sus superiores en el año 1970. En el informe se afirmaba que el periódico tenía vinculaciones muy serias con grupos capitalistas sevillanos y con otros grupos anticapitalistas, pero ambos con el denominador común de su oposición más o menos abierta al Régimen de aquella época.
De dichas vinculaciones se hace eco Manuel Ruiz Romero en su interesante trabajo sobre “Censura y consignas en la prensa franquista” donde se reproducen las frases que se dedican al director del diario, a los periodistas y a los colaboradores del mismo.
El informe también dedicaba palabras a los Auxiliares de Redacción, que era lo último que se despachaba entonces en periodismo. Decía sobre Antonio Guerra, José Guzmán y sobre el que esto escribe, lo siguiente: “Ninguno de ellos está inscrito en el Registro Oficial de Periodistas y todos constituyen la base del trabajo de la nueva orientación del periódico y el equipo de confianza del Director. De plumas especialmente virulentas, se distinguen por sus continuos ataques más o menos velados al Régimen español, así como al Ayuntamiento de la ciudad, Organización Sindical, etc.” (De risa).

Uno de los más veteranos de la Redacción, don Luís Pedregal, era periodista y abogado. Se emocionaba cuando contaba que defendió a un procesado que, después del juicio vino andando desde un pueblo de Córdoba hasta Sevilla para regalarle un duro. Un duro que le pareció de luna y sangre. Los mejores honorarios que había recibido como letrado.
Pedregal conoció a don Jesús Pavón, que fue director de El Correo de Andalucía poco tiempo. Nos contaba de él que antes de tomar posesión había escrito a su amigo don Manuel Giménez Fernández, (que  llegaría a ser  ministro de la República), diciéndole más o menos que no sabía lo que hacer, si aceptar o no la dirección, porque había oído que el periódico se estaba muriendo y que determinadas personas estaban buscando dinero para evitar su desaparición. Esto ocurría el año 1931. Desde esa fecha se está muriendo El Correo de Andalucía. Quizá sólo le haga falta el duro de luna y sangre de nuestro entrañable Pedregal.