martes, 20 de diciembre de 2011

La Cuadra forma parte de su vida

Cuando Lilyane Drillon era muy joven se ganaba la vida como profesora de Letras en Nancy. Sus padres no la dejaban ir a Paris, donde se encontraba su gran meta: el teatro. A falta de Paris, se vinculó al Festival Internacional de Teatro de Nancy. Su tarea consistía en atender a las compañías extranjeras que acudían al certamen. Allí conoció al Grupo Lebrijano con el que estaba vinculado Salvador Távora. Desde entonces el grupo teatral La Cuadra forma parte de su vida en el sentido profesional, pero no como una profesión al uso, sino pasionalmente. Para ella más que un trabajo es una forma de vida, en la que se intenta guardar el equilibrio entre lo que se hace, lo que se dice y cómo se vive. Es ayudante de dirección, negocia los contratos y durante las giras se ocupa del dinero y de otros menesteres.
A Lilyane no le costó trabajo irse de Nancy porque la consideraba una ciudad provinciana, conservadora y aburrida, donde uno de los escasos acontecimientos era las dos semanas que duraba el Festival Internacional. En Nancy dejó a sus padres, muy ancianos, y a su gato que se llamaba Chatterton, que es el título de la única obra de teatro que escribió Alfredo de Vigny.
Lylyane nació en Alsacia. Mide descalza 1,75. Tiene los ojos verdes. Por la muerte siente rabia y, a la vez, atracción. Sueña que se cae y se ve perseguida por animales con patas como las de los bogavantes y por arañas y bichos que, cuando está despierta, le dan mucho repelús. Necesita cierto orden para poder tener el espíritu libre y no pensar en cosas molestas...
Gracias a La Cuadra está cerca del arte, lo cual es un privilegio para ella. Considera a Salvador Távora un genio. Sus ideas teatrales le fascinan.  Se considera bastante escéptica. No le importa camuflar su escepticismo con una especie de vitalidad, pues es la única forma de poder vivir.