lunes, 17 de octubre de 2011

Rechazó la Gran Cruz del Mérito Civil.

“Desgraciadamente no elegimos a nuestros enfermos, sino que son ellos los que, de una u otra forma, llegan a nosotros”, me dijo  el doctor Ramiro Rivera cuando era profesor jefe del Servicio de Cirugía Cardiovascular de la “Ciudad Sanitaria Francisco Franco”.
El firmó, con otros compañeros, los partes médicos que sobre la salud del dictador aparecieron durante veintiún días en la prensa en el verano de 1974. Eran los doctores Vaquero, Franco Maneras y Ortega Nuñez.
El paciente no supuso para ellos una tensión especial ya que su diagnóstico (tromboflebitis) era claro y el tratamiento a seguir también.
Franco habló muy poco con el doctor Ramiro Rivera; con las enfermeras, algo más. En más de una ocasión manifestó que estaba contentísimo con ellas.
El jefe del Estado mostró su agradecimiento al equipo médico que lo trató con una fotografía dedicada. El la conserva en su consulta junto a otros regalos de sus pacientes. Y, a través del Gobierno,  les concedió la Gran Cruz del Mérito Civil. Ramiro Rivera y algunos más la rechazaron. 

No les pareció poca cosa. La razón de no aceptarla fue lo que me cuenta el doctor:
-Consideramos que era una falta de delicadeza para la “Ciudad Sanitaria Francisco Franco” el que nombrasen un nuevo equipo médico para encargarse de la salud del Jefe del Estado cuando todavía  permanecía ingresado en nuestro hospital que había hecho todo lo posible para atender al enfermo, como lo hubiera hecho cualquier otra institución.
Más que dudar del equipo médico citado, la familia del paciente, a través de su portavoz, el doctor Martínez Bordiú, estaba en desacuerdo con sus criterios.
-Cuando el Jefe del Estado fue internado en el “Francisco Franco”, su yerno se encontraba en el extranjero.
-Sí.
-¿Se imagina si hubiera estado en Madrid?
-Supongo que lo hubiera llevado a “La Paz”, donde él trabajaba o que hubiera intentado llevar a cabo el tratamiento en el propio palacio de El Pardo como en su última enfermedad.
En aquellos tiempos el doctor Ramiro Rivera realizaba unas mil intervenciones al año. De ellas, quinientas a corazón abierto.