sábado, 8 de octubre de 2011

Despachos laboralistas y reuniones clandestinas

Uno de los colaboradores de la sección “Mundo Laboral” de El Correo de Andalucía en los años 70 fue el actual profesor de Estética de la Universidad de Sevilla, Juan Bosco Diaz Urmeneta. En su primer día de trabajo en el periódico se encontró con la huelga de Astilleros y la de Siderúrgica. Enseguida se percató de que había un afán por parte de muchos de que coincidieran las dos en el tiempo para hacer una especie de huelga general. No ocurrió así, porque la primera terminó en enero del 70 y la otra, dos meses después.

Las principales fuentes de información de Juan Bosco eran los cuatro despachos laboralistas que había entonces en Sevilla: el de Pepe Cabrera, que más tarde sería catedrático de Derecho del Trabajo, el de Aurora León, el de Pepe Rubín de Celis y el de la calle Capitán Vigueras, donde trabajaban Felipe González, Rafael Escudero, Manolo del Valle y Ana María Ruiz Tagle.


El contacto diario que Ana María tuvo con los trabajadores le ayudó a comprender mejor a los andaluces, porque vivió no sólo sus problemas laborales, sino también sus problemas personales y familiares. Aurora León se sentía frustrada como abogado cuando se veía obligada a decir a un cliente: “Tiene usted razón, pero la Ley no se la reconoce”. Se refería a los casos de huelga como causa de despido, a la imposibilidad de impugnar los finiquitos…

El responsable de la sección “Mundo Laboral” Eduardo Chinarro. Cuando Felipe González se lo presentó a Manolo del Valle le dijo: “Aunque es cura te puedes fiar de él”. Los tres sabían que en aquella época la fiabilidad de una persona era fundamental, porque detrás de cualquier desconocido veías a un confidente de la temida Brigada Político Social.

Dirigía “El Correo” José María Javierre. A juicio de Juan Bosco, Javierre, que siempre estuvo por encima del bien y del mal, jugó fuerte a la hora de publicar las reivindicaciones y los problemas de los trabajadores. Sólo les hizo dos peticiones: que las noticias que diesen fueran contrastadas y que cuidasen, por precaución, el lenguaje; por ejemplo, que escribiesen “paro laboral voluntario” en vez de huelga.

-¿Qué hacíais fuera del periódico?

-Relacionarlos con cualquiera de las organizaciones políticas o sindicales clandestinas. Ni Chinarro ni Antonio Paredes ni yo tuvimos empacho en hacerlo. Hasta les buscábamos sitios para que celebrasen reuniones clandestinas.

-¿Se puede saber dónde?

-En la Parroquia de la O, en el barrio de Santa Teresa, en una especie de noviciado que tenían los salesianos en Sanlúcar la Mayor, en el Club Vida, de la calle Trajano. Y también en donde menos te puedes imaginar: en el Colegio Mayor de las Esclavas del Sagrado Corazón.

Chinarro trabajó en una empresa (Bordas Chinchurreta) que se dedicaba a destilar primeras materias de perfumes. Juan Bosco intervino en la organización clandestina de la prensa de Comisiones Obreras. Dirigió la revista “Realidad”.