miércoles, 21 de septiembre de 2011

El Cristo de las Injurias

Antonio Salmoral, colaborador de TVE,  dijo a su hijo “Dame el vídeo y esa cinta, aunque esté usada. Me voy a Pozoblanco. Como a tu madre le gusta tanto Paquirri, voy a filmarle algo, por si la cosa sale bien.”
Paquirri llegó a la plaza a las seis menos cuarto. El capellán Manuel Moreno se acercó a saludarlo. El torero le preguntó por la capilla. Cura y torero entraron en una sencilla habitación donde permanecieron diez minutos ante una imagen de la Virgen y el Cristo de las Injurias. Mientras, Salmoral  se había acomodado en el callejón de la plaza, donde se sitúan los toreros. Comenzó la corrida. Transcurría sin sobresaltos hasta que salió el cuarto toro. “Paquirri, me cuenta Salmoral, se puso muy cerca de mí y como le molestaban las taleguillas a la altura de las ingles, soltó un taco gordo y me comentó que le incomodaba mucho la parte izquierda de los genitales. Después se dirigió al toro. Yo me preparé para filmarle. Le dio cinco capotazos y cuando se revolvió el animal, levantó tanta tierra que me cayó mucha encima. Y cuando estaba limpiando la cámara con el pañuelo, el toro lo enganchó. Yo me fui  me fui a la enfermería.”

A los pocos minutos, la enfermería parecía un corral de cabras, según comentó un picador del torero herido. Alguien preguntó telefónicamente por el grupo sanguíneo de Paquirri. Le respondieron que lo ignoraban. “Tiene el cero” dijo un banderillero. “Eso no puede ser” le contestó el jefe de la Policía Municipal de Pozoblanco, Antonio Martín, que asistía ese día a la corrida como responsable del orden público en la plaza de toros.
Una persona de confianza del torero abre  un maletín para buscar algún papel donde constara el grupo sanguíneo. Sólo había un fajo de billetes de cinco mil pesetas y unos talonarios de cheques. En esta ocasión el dinero no servía.  Entra el capellán en la enfermería. Paquirri lo reconoe ó y lo mira  con serenidad. El cura le puso la mano en la nuca y le preguntó si le necesitaba para algo. “No, padre. Gracias.” El sacerdote se marchó pensando en el Cristo de las Injurias. El jefe de la Policía Municipal desaloja la enfermería para que los médicos puedan trabajar. El último en salir fue Antonio Salmoral.
-¿Cuántos minutos grabastes?
-Casi diez. Y de estos no te recomiendo que veas siete, porque te pones malo. Al final daba unos  chillidos escalofriantes
Aquel día regresó a su casa a las tres de la madrugada. Su mujer  se encontraba despierta. Los dos se abrazaron llorando. A los pocos días grabó con la misma cámara la boda de unos amigos. Tuvo que limpiarla porque estaba llena de sangre.