jueves, 22 de septiembre de 2011

Citas bíblicas en los plenos municipales

Tres y media de la madrugada. Llaman repetidamente a la puerta de la casa del doctor Fernando Villamil. No sabe si es la Policía. Se restregó los párpados  porque la soriasis le afecta mucho a esa zona. Se dirige a la puerta. Sin abrirla, reconoce la voz del que le dice: “Hay un señor que está enfermo y necesita que lo veas”. “Enseguida me visto”, contestó. “Que no se te olvide el aparato de la tensión”
Le esperaban en un modesto coche. Durante el viaje no preguntó nada. Se limitó a fumar y a contener la tos. Cuando llegaron adonde se encontraba el paciente, lo examinó en silencio. No lo conocía. Le preguntaron cómo había encontrado a Ramiro, que así llamaron al enfermo. Les contestó que tenía que cuidarse la hipertensión.

Dos  semanas después supo que Ramiro era  José Benítez Rufo, quien desde Francia, donde estaba exiliado, hacía algunas escapadas a Sevilla.
Los dirigentes del PCE necesitan  casi siempre un médico amigo al lado. La primera vez que Santiago Carrillo vino a Sevilla para dar un mitin en Dos Hermanas llegó completamente afónico. Llamaron  al doctor Villamil y él mismo le inyectó Urbasón para que pudiera hablar claro. También atendió a la Pasionaria, porque una señora le dio un abrazo tan fuerte que la lesionó. Ocurrió en “Piscinas Sevilla” después de un mitin. Antes Víctor Pérez Escolano y él la acompañaron por la ciudad. Con ella hablaron de todo menos de política.
El doctor Villamil tenía en el jardín de su casa más de cien animales. El cuidar a los perros, a los gatos y a los pájaros le relajaba. De este modo se defendía de las "neuras" y de las obsesiones profesionales y políticas. Buen conocedor de la Biblia, la citaba de vez en cuando en los plenos municipales cuando era concejal del Ayuntamiento de Sevilla.
Nació en la aldea asturiana de Meredo, donde hablan gallego; un gallego mucho más suavizado que el de Fraga.
La noche que conversé con él, preparó las maletas para irse a Asturias a ver a sus padres.
-¿Cómo están sus viejos?, le pregunté.
─Eso.Viejos.