viernes, 19 de agosto de 2011

En Sevilla entienden más de toros que de toreros

Espartero
“Un toro de Veragua, que tenía una querencia irresistible a las tablas, llevó al torero hasta el estribo de la barrera,  y le dio un pitonazo en el ojo derecho, llegándole hasta la masa encefálica. Al sacarle el animal el pitón, se vio brotar un borbotón de sesos. Fue aquello tan horroroso que el público salió corriendo de la plaza. Un clamor general hizo que se suspendiera la corrida”.
Así me contó la cogida mortal del torero valenciano Manolo Granero el crítico taurino Curro Castañares.
-¿Se suspenden las corridas cuando ocurre algo irreparable en el ruedo?
-No siempre. Al Espartero lo  mató el primer toro de la tarde y, sin embargo, aun sabiéndolo el público, el festejo continuó, a pesar de que los compañeros de terna  eran un tal Zocato, que se metió en la enfermería y no quería salir a torear y Antonio Fuentes que,  aunque torerillo notable, era de muy poco alcance.
-¿Dónde vio  la primera corrida de toros?
-En la Maestranza. Me llevó mi padre que era ingeniero agrónomo y partidario de Guerrita. Toreaba éste un mano a mano, por entonces muy frecuentes, con el Espartero.

-¿Cómo eran los aficionados?
-Había una pasión tan disparatada en la plaza de la Maestranza que cuando Guerrita derrotaba al Espartero, los “esparteristas” se iban a la Plaza Nueva para apedrear el Hotel Inglaterra , donde se hospedaba Guerrita.
-¿Qué hacía la gerencia del hotel?
-Llegó a negar el alojamiento al torero porque los “esparteristas” estaban dispuestos a quemárselo. Guerrita no tuvo más remedio que hospedarse con el mayor incógnito en la casa de un amigo en San Jerónimo.
-¿Siempre ha sido cronista taurino?
-Yo era cronista de tribunales en el periódico “España Nueva” que dirigía el que fue famoso dramaturgo Eduardo Marquina. Pero al quedarse el diario sin crítico taurino me dijo don Eduardo: “Juanito, tú que eres andaluz entenderás de toros. Vas a hacer la corrida de mañana”.
-¿Juanito?
-Luego se lo explico. Así que yo obedecí con mucho gusto a mi director. Hice la reseña y se la presenté sin firmarla. Al día siguiente abrí el periódico y cual no sería mi sorpresa al ver que debajo de mi crónica había un nombre: Curro Castañares. El bueno de don Eduardo me dio esta explicación: “Te he puesto ese seudónimo porque suena a andaluz, a nombre de bandolero”.
-¿Se parece usted a Picasso?
-Los viejos, a mi edad, nos parecemos todos. De niños, cuando los dos vivíamos en Málaga, éramos muy amigos.
-¿Público de Madrid? ¿De Sevilla?
-Los toreros temen más al público de Madrid que a los toros. Concretamente Manolete no toreó más de diez corridas en la capital de España durante sus ocho años de matador.
En Sevilla saben  mucho más de toros que de toreros. Uno de los orgullos de Luís Miguel  Dominguín era haber salido a hombros de la Maestranza, porque decía que en Sevilla no quieren más que a los toreros sevillanos.
-¿Cómo se llama?
-¿Yo?
-Sí.
-Juan Álvarez.