jueves, 30 de junio de 2011

El azar y la Pantoja

La víspera de su muerte, Paquirri llamó telefónicamente al periodista  Santy Arriazu. Era la una y media de la madrugada. El torero se encontraba en un hotel de Logroño.
-Oye que no me puedo  dormir y quería hablar con un amigo, le dijo. Durante quince minutos conversaron sobre su inmediato viaje a Miami. Le acompañarían su cuñado Agustín Pantoja y el reportero gráfico Manolo Gallardo.
El  26 de mayo de 1979,  Manolo Gallardo tocó dos veces el timbre de  la habitación 119 del Hotel Jerez, donde se debilitaba lentamente el sonido de la ducha.
─Paco, soy Manolo.
─¿Qué pasa?
─¿Estás visible?
-¿Por qué?
-Es que vengo acompañado.
─Espera un momentito.

La puerta se abrió y dos sonrisas jóvenes precedieron a la austera presentación que hizo Gallardo: "Aquí Isabel Pantoja. Aquí Paquirri. El dijo: “me  gusta cómo cantas" y ella: “me gusta cómo toreas". El fotógrafo se marchó y los dejó en la 119.
─¿Solos?
─¡Qué va! Estaban su tío Ramón, parte de la cuadrilla e incluso la madre de Isabel.
─¿Cómo organizaste el paseillo de la Pantoja hasta donde se encontraba  el torero?
─Por azar.
-A ver.
-Saliendo de la plaza de toros, donde había toreado Paquirri, me encontré con Isabel, su madre y sus músicos. Todos nos fuimos a merendar al Hotel Jerez. Y allí, al despedirme de ella, porque iba a saludar a Paquirri, Isabel me dijo que le encantaría conocerlo personalmente. Entonces yo  propicié el encuentro.
─¿Qué hacía la Pantoja en Jerez?
-Había venido a Jerez para ir a los toros y después se marcharía  a Sanlúcar de Barrameda, donde cantaba aquella noche.
─¿Se acercaba Paquirri más al toro que al dinero?
─Jamás aceptó dinero por una exclusiva periodística. A raíz de las memorias que su primera mujer publicó en una revista, hubo un seminario que ofreció a Paco unos buenos millones para que él publicase las suyas, pero se negó.
Gallardo fotografió la boda de Paquirri con Carmina Ordoñez, pero no la vivió tan de cerca como su casamiento con Isabel Pantoja. Durante el viaje de novios, estuvo  con ellos en Roma y en Venecia y toda la obsesión del torero era tirarle de una góndola.
─¿Cómo  se portaron las suegras  con él?
─Nunca se me olvidará lo que presencié en la clínica de Santa Isabel. Aunque Paco ya había roto con Carmina Ordóñez, estaba Carmina madre a la cabecera de la cama limpiando el sudor de la frente al torero, que había sufrido una grave cogida. Lo hacía con tanto cariño que yo le pregunté: ¿Tanto lo quiere? Ella me respondió: Si yo pusiera en una balanza a mi hija Carmina y a Paco, no sé a cual de los dos querría más.
─¿Y Paquirri?
─Sentía pasión por ella, por Carmen González Dominguín. La quería como a una madre. Y Antonio Ordóñez  lo quería como a un hijo.