El abuelo de José Manuel Cuenca Toribio, catedrático emérito de la Universidad de Córdoba, murió sin saber lo que era una cama, en el más literal de los sentidos. Toda su vida fue pastor en Higuera de Calatrava. Su padre, que aprendió a leer y a escribir a los veinte años, se hizo maestro cuando era sargento del Ejército en África.
-¿Cómo son los historiadores?
-Somos personas un tanto escépticas, porque le vemos la trampa a todo.
-¿Incluso a la guerra del 36?
-Sobre la guerra civil, hoy, entonces y después hubo muchas trampas que, para mi dolor, seguirán por mucho tiempo.
─Suponga que en un examen escrito pregunta usted si la guerra civil española fue evitable. ¿Qué contestarían sus alumnos?
─La inmensa mayoría diría hoy que fue evitable.
─¿Con qué nota calificaría esa respuesta?
─Con un simple aprobado.
─¿A quién daría matrícula de honor?
─Al que dijese que la guerra fue un fallo de toda la sociedad española.
-¿Usted es sevillano?
-Sí. Nací en 1939.
-¿Qué edad tenía entonces su padre?
-Cincuenta años.
-¿Ha sido usted monárquico?
-Nunca lo he sido.
-¿Qué se lo ha impedido?
-Tengo una veta social muy profunda que nunca se ha compaginado con la monarquía.
-¿La actual?
-Goza de toda mi admiración por lo que ha servido funcionalmente como institución.
-¿Quién fue el protagonista de tu tesis doctoral?
-El cardenal Inguanzo, arzobispo de Toledo.
-¿Cómo era?
-La mayor figura de los ultras eclesiásticos de fines del siglo XIX.
-¿En otras palabras?
-El reaccionario más inteligente.
-¿Una especie del obispo Guerra Campos?
─Exactamente. Perfecto, perfecto. Era un hombre muy íntegro, muy entregado y dotado espectacularmente.
-¿Qué miembro del tribunal elogió más su tesis doctoral?
-Don Manuel Giménez Fernández.
-¿Cómo se conduce, usted, por la vida?
─Siendo leal a mis sueños de niño.
-¿Por qué no hablamos de sus hijos?
-Tengo cuatro. La mayor se llama Soledad y conserva una calma que yo nunca tuve. José Manuel, cuando era adolescente sabía, lo que yo ignoraba a su edad.
-¿Quién se parece más a usted?
-Sebastián posee la misma ingenuidad pueril que tengo yo. Y Alfonso, que nació cinco minutos después que Sebastián, no se toma a si mismo con seriedad y, claro, le nace el humor.
-¿Por qué en nuestra tierra muchas mujeres tienen nombre de emociones?
-Es que en Andalucía existe una tristeza cósmica, una tristeza muy profunda. De ahí que se llamen Soledad, Piedad, Angustias, Dolores…