-¿Aquel señor del bigote?, pregunté a Juan Delgado Alba.
-No es Stalin, es el abuelo de mi mujer.
-Te agradezco la aclaración, porque la foto se presta a equívocos. ¿Ese general?
-Es Martín Prat, mi suegro, que fue gobernador militar de Sevilla”
- ¿Y la herida de tu pie?
-Lleva abierta varios años. Pero saldré en mi cofradía hasta que pueda.
-Como el doctor Delgado Roig.
-Sí, mi padre hizo el recorrido hasta un año antes de morir, aquejado de cáncer.
-¿Por qué fuiste pregonero?
-Dicen mis amigos que yo fui un pregonero impuesto por el pueblo.
-¿Y qué dices tú?
-Que di el pregón porque soy cofrade y vivo entre cofrades.
-¿Cómo es tu cofradía?
-La del Silencio ni es cerrada ni aristocrática como dicen por ahí.
-¿Quiénes componen la junta de gobierno?
-Dos abogados, un funcionario de Aduanas, un ex ganadero, un empleado de Juzgado, tres comerciantes, un bedel de la Escuela de ATS, etc. Yo soy el hermano mayor por la talla (1,85) y por lo que peso (90 kilos).
-¿Qué es un pregón?
-Un género literario de exaltación. No es una tesis ni un sermón, aunque requiere estudio y exige doctrina.
-¿Te lo escribieron?
-Lo escribí yo en casa y me lo aprendí en el autobús de la línea 19, camino del trabajo. Lo recitaba en silencio. Entonces, te hablo del año 1968, yo estaba empleado en una gestoría y ganaba 6.000 pesetas al mes.
-¿Cómo te salió?
-Decían que yo había cantado las cuarenta, porque Filiberto Mira hizo una breve reseña al estilo taurino y me contabilizó, entre grandes aplausos, aplausos, palmas y palmitas, cuarenta interrupciones. Mi pregón fue el penúltimo que se celebró en el Teatro San Fernando. EL último lo pronunció Domingo Manfredi Cano.
-¿Qué no se podía decir de ti?
-Aquello que Rodríguez Buzón comentó de algunos pregoneros: “¿Dónde aprenden estos señores estas cosas tan bonitas si no les veo en ningún sitio cofradiero?”.
-¿Te emocionaste cuando te comunicaron oficialmente el nombramiento de pregonero?
-No, porque ni el alcalde, que era Moreno de la Cova, ni el presidente del Consejo General de Cofradías vinieron a mi casa como es costumbre para comunicármelo.
-¿Estaban muy ocupados?
-Se oyó decir que no me visitaron porque el único día libre que tenía el alcalde era un viernes de Cuaresma y yo, por este motivo, no les podía ofrecer jamón.
Juan Delgado Alba, con el que conversé cada vez que venía a El Correo de Andalucía con sus colaboraciones, falleció repentinamente el 14 de mayo de 1982.
Estuve una vez en su casa. Me enseñó la fotografía que le dedicó el padre del Rey y un azulejo con el escudo de la cofradía del Silencio, al que le tenía mucho cariño.
También se sinceró:
-En 1965, tres años antes de dar mi pregón, me llevé un gran disgusto. El vicepresidente del Consejo General de Cofradías me dijo confidencialmente que yo estaba nombrado pregonero ese año y, a los pocos días, me entero de que el entonces alcalde, Hernández Díaz, había nombrado pregonero a monseñor Cirarda, sin contar con el Consejo.
-¿Las cofradías han tenido que ver con la política?
-Antes de la guerra había en Sevilla una cofradía que se conocía como “la cofradía de los masones”. Y durante el franquismo, a la Hermandad de la Soledad de San Buenaventura se la llamaba “la hermandad de los falangistas.” Pero la verdad es que las cofradías nunca han tenido que ver con la política.
-No es Stalin, es el abuelo de mi mujer.
-Te agradezco la aclaración, porque la foto se presta a equívocos. ¿Ese general?
-Es Martín Prat, mi suegro, que fue gobernador militar de Sevilla”
- ¿Y la herida de tu pie?
-Lleva abierta varios años. Pero saldré en mi cofradía hasta que pueda.
-Como el doctor Delgado Roig.
-Sí, mi padre hizo el recorrido hasta un año antes de morir, aquejado de cáncer.
-¿Por qué fuiste pregonero?
-Dicen mis amigos que yo fui un pregonero impuesto por el pueblo.
-¿Y qué dices tú?
-Que di el pregón porque soy cofrade y vivo entre cofrades.
-¿Cómo es tu cofradía?
-La del Silencio ni es cerrada ni aristocrática como dicen por ahí.
-¿Quiénes componen la junta de gobierno?
-Dos abogados, un funcionario de Aduanas, un ex ganadero, un empleado de Juzgado, tres comerciantes, un bedel de la Escuela de ATS, etc. Yo soy el hermano mayor por la talla (1,85) y por lo que peso (90 kilos).
-¿Qué es un pregón?
-Un género literario de exaltación. No es una tesis ni un sermón, aunque requiere estudio y exige doctrina.
-¿Te lo escribieron?
-Lo escribí yo en casa y me lo aprendí en el autobús de la línea 19, camino del trabajo. Lo recitaba en silencio. Entonces, te hablo del año 1968, yo estaba empleado en una gestoría y ganaba 6.000 pesetas al mes.
-¿Cómo te salió?
-Decían que yo había cantado las cuarenta, porque Filiberto Mira hizo una breve reseña al estilo taurino y me contabilizó, entre grandes aplausos, aplausos, palmas y palmitas, cuarenta interrupciones. Mi pregón fue el penúltimo que se celebró en el Teatro San Fernando. EL último lo pronunció Domingo Manfredi Cano.
-¿Qué no se podía decir de ti?
-Aquello que Rodríguez Buzón comentó de algunos pregoneros: “¿Dónde aprenden estos señores estas cosas tan bonitas si no les veo en ningún sitio cofradiero?”.
-¿Te emocionaste cuando te comunicaron oficialmente el nombramiento de pregonero?
-No, porque ni el alcalde, que era Moreno de la Cova, ni el presidente del Consejo General de Cofradías vinieron a mi casa como es costumbre para comunicármelo.
-¿Estaban muy ocupados?
-Se oyó decir que no me visitaron porque el único día libre que tenía el alcalde era un viernes de Cuaresma y yo, por este motivo, no les podía ofrecer jamón.
Juan Delgado Alba, con el que conversé cada vez que venía a El Correo de Andalucía con sus colaboraciones, falleció repentinamente el 14 de mayo de 1982.
Estuve una vez en su casa. Me enseñó la fotografía que le dedicó el padre del Rey y un azulejo con el escudo de la cofradía del Silencio, al que le tenía mucho cariño.
También se sinceró:
-En 1965, tres años antes de dar mi pregón, me llevé un gran disgusto. El vicepresidente del Consejo General de Cofradías me dijo confidencialmente que yo estaba nombrado pregonero ese año y, a los pocos días, me entero de que el entonces alcalde, Hernández Díaz, había nombrado pregonero a monseñor Cirarda, sin contar con el Consejo.
-¿Las cofradías han tenido que ver con la política?
-Antes de la guerra había en Sevilla una cofradía que se conocía como “la cofradía de los masones”. Y durante el franquismo, a la Hermandad de la Soledad de San Buenaventura se la llamaba “la hermandad de los falangistas.” Pero la verdad es que las cofradías nunca han tenido que ver con la política.