En este menú de preguntas triviales y de respuestas interesantes, la verdad ha sido servida enseguida en la primera contestación. Más adelante Marina Romero, periodista y probable secretaria de Empleo de la APS, se confiesa autora de la muerte violenta de una mosca y cuenta dónde empezó a volar (ella).
-¿Qué hora tienes?
-O mira, casi mejor, ¿qué hora es”, porque es la hora de hacer algo, de empezar a mirarnos unos a otros, en lugar de nosotros mismos. Tenemos que ser más solidarios. Es la hora, querido Juan, de que nos unamos todas las generaciones de periodistas de esta ciudad para empezar a cambiar las cosas que no nos gustan. Porque son muchas, y creo que se puede.
-¿Dónde estás?
-Estoy delante de un ordenador, con el tercer café del día en el cuerpo, con mil páginas de internet abiertas a la vez, con dos agendas y dos teléfonos móviles junto a una botella de agua. La rebeca hecha un higo sobre la mesa, un diario deportivo rezumando olor a tinta, el bolso (siempre enorme) desparramado por ahí, llenito de cosas útiles o no tanto, nunca se sabe… Estoy ante una pantalla tecleando palabras, estoy donde más me gusta.
-¿Oyes algo?
-Oigo conversaciones en la redacción. Bullicio. Me encanta. No sé vivir en silencio. Hay quien dice que es necesario, y yo no lo creo así. Crecí en una casa en la que se habla, se habla sin parar. Y, lo más importante, una casa donde se dicen muchas cosas además de hablar y donde también se me ha enseñado a no quedarme callada.
-¿Quieres mirar a tu alrededor?
-Claaaro… Tengo enfrente unas vistas muy bonitas del Aljarafe… he aprendido a que no sólo me gusten los rincones más bellos de esta ciudad, sino también los lugares donde hago mi vida, donde viven mis sobrinos, donde me he hecho una mujercita. Sevilla siempre será el sitio donde eché a volar sola.
-¿Cuántas veces suena tu móvil al día?
-Missss móvilesss, ¡son dos! Aggghhh! Mi sobrino los escucha y dice: “¿Pero ooootra vez, tita?”. En el del trabajo tengo puesta la melodía de los Fraggle Rock: “hay que trabajar, no podemos descansar, tus problemas déjalos…”
-¿Sentimentaloide?
-Uyyy… durilla de pelar por fuera, en apariencia soy como una roca. Pero me duelen las cosas… sufro mucho… le doy muchas vueltas a la cabeza… y aún lloro con Mary Poppins.
-¿Tu esquema de valores?
-Cambian según la edad… depende del estado de ánimo en que me pille… la familia, el amor, los amigos no pueden ser jerarquizados, conviven juntos y punto. Y te sorprendería qué lugar le dedicaría al trabajo. Será la edad, será el momento, pero puede que sea una de las cosas que más amo en este mundo… ( menos mal que no voy a jerarquizar, porque si no más de uno se sorprendería, igual hasta me desheredarían…)
-¿A qué has dado carpetazo últimamente?
-A una mosca, y ha sido un libretazo… no es broma, lo prometo… ¡es literal!
-Hace poco, en la página de la nueva APS escribiste un comentario conmovedor. ¿Siempre persuades así?
-Si persuadir es decir las cosas a la cara, y con argumentos, me llevo el premio gordo. Te decía que no sé callar, cuando veo algo que no me gusta, lo digo. Con mucho genio, pero lo digo. Es como soy… no quiere decir que sea lo más inteligente por mi parte. A veces callar a tiempo es mejor, pero…
-¿Eres más protagonista que testigo o viceversa?
-Me gusta meter las manos en la harina. No paro quieta. En mi tierra se dice “estar en el plato y en la tajá”… pues eso, no me gusta quedarme mirando. La vida es mucho más divertida cuando haces cosas.
-¿Te has preguntado más de una vez si tiene sentido tu vida profesional?
-Me lo pregunto a diario, me pregunto por qué entre todos nos estamos cargando la dignidad profesional, me pregunto por qué cobramos tan poco y trabajamos tanto, por qué la gente desde fuera piensa de un periodista que es alguien afortunado; me pregunto por qué no estamos más protegidos y por qué no nos cuidamos más los unos a los otros… pero también me pregunto que qué haría si no me dedicase al periodismo… y sinceramente, no sé responderme.
-¿Qué hora tienes?
-O mira, casi mejor, ¿qué hora es”, porque es la hora de hacer algo, de empezar a mirarnos unos a otros, en lugar de nosotros mismos. Tenemos que ser más solidarios. Es la hora, querido Juan, de que nos unamos todas las generaciones de periodistas de esta ciudad para empezar a cambiar las cosas que no nos gustan. Porque son muchas, y creo que se puede.
-¿Dónde estás?
-Estoy delante de un ordenador, con el tercer café del día en el cuerpo, con mil páginas de internet abiertas a la vez, con dos agendas y dos teléfonos móviles junto a una botella de agua. La rebeca hecha un higo sobre la mesa, un diario deportivo rezumando olor a tinta, el bolso (siempre enorme) desparramado por ahí, llenito de cosas útiles o no tanto, nunca se sabe… Estoy ante una pantalla tecleando palabras, estoy donde más me gusta.
-¿Oyes algo?
-Oigo conversaciones en la redacción. Bullicio. Me encanta. No sé vivir en silencio. Hay quien dice que es necesario, y yo no lo creo así. Crecí en una casa en la que se habla, se habla sin parar. Y, lo más importante, una casa donde se dicen muchas cosas además de hablar y donde también se me ha enseñado a no quedarme callada.
-¿Quieres mirar a tu alrededor?
-Claaaro… Tengo enfrente unas vistas muy bonitas del Aljarafe… he aprendido a que no sólo me gusten los rincones más bellos de esta ciudad, sino también los lugares donde hago mi vida, donde viven mis sobrinos, donde me he hecho una mujercita. Sevilla siempre será el sitio donde eché a volar sola.
-¿Cuántas veces suena tu móvil al día?
-Missss móvilesss, ¡son dos! Aggghhh! Mi sobrino los escucha y dice: “¿Pero ooootra vez, tita?”. En el del trabajo tengo puesta la melodía de los Fraggle Rock: “hay que trabajar, no podemos descansar, tus problemas déjalos…”
-¿Sentimentaloide?
-Uyyy… durilla de pelar por fuera, en apariencia soy como una roca. Pero me duelen las cosas… sufro mucho… le doy muchas vueltas a la cabeza… y aún lloro con Mary Poppins.
-¿Tu esquema de valores?
-Cambian según la edad… depende del estado de ánimo en que me pille… la familia, el amor, los amigos no pueden ser jerarquizados, conviven juntos y punto. Y te sorprendería qué lugar le dedicaría al trabajo. Será la edad, será el momento, pero puede que sea una de las cosas que más amo en este mundo… ( menos mal que no voy a jerarquizar, porque si no más de uno se sorprendería, igual hasta me desheredarían…)
-¿A qué has dado carpetazo últimamente?
-A una mosca, y ha sido un libretazo… no es broma, lo prometo… ¡es literal!
-Hace poco, en la página de la nueva APS escribiste un comentario conmovedor. ¿Siempre persuades así?
-Si persuadir es decir las cosas a la cara, y con argumentos, me llevo el premio gordo. Te decía que no sé callar, cuando veo algo que no me gusta, lo digo. Con mucho genio, pero lo digo. Es como soy… no quiere decir que sea lo más inteligente por mi parte. A veces callar a tiempo es mejor, pero…
-¿Eres más protagonista que testigo o viceversa?
-Me gusta meter las manos en la harina. No paro quieta. En mi tierra se dice “estar en el plato y en la tajá”… pues eso, no me gusta quedarme mirando. La vida es mucho más divertida cuando haces cosas.
-¿Te has preguntado más de una vez si tiene sentido tu vida profesional?
-Me lo pregunto a diario, me pregunto por qué entre todos nos estamos cargando la dignidad profesional, me pregunto por qué cobramos tan poco y trabajamos tanto, por qué la gente desde fuera piensa de un periodista que es alguien afortunado; me pregunto por qué no estamos más protegidos y por qué no nos cuidamos más los unos a los otros… pero también me pregunto que qué haría si no me dedicase al periodismo… y sinceramente, no sé responderme.