Uno de los mejores entrevistadores del país trabajaba en los 70 en el diario “Arriba “, el órgano periodístico oficial de Falange Española. Se llamaba Pedro Rodríguez. Tenía 33 años. “Oye, me dijo, que yo no soy una folklórica para que vengas a entrevistarme. Yo no tengo nada que contarte”. “Pues tus trabajos periodísticos se estudian en las Escuelas de Periodismo”, contesté. Y añadí "sólo quería saber":
-Qué pones en tus entrevistas…
─Los cinco sentidos, pero el que peor uso es el olfato.
─¿A qué te huelen tus personajes?
─Generalmente a Agua Brava, que es el perfume de los tecnócratas de ahora.
─¿Empleas el sentido del tacto?
─El apretón de manos no me dice nada. Mi tacto consiste en conseguir que el entrevistado se sienta a gusto y dueño de sí mismo y entonces le busco las cosquillas...
─¿Cazas al personaje de oído?
─Por la voz noto si está nervioso o me está mintiendo.
─¿Le miras mucho?
─Más bien me fijo en su lenguaje. Es mejor que todos los retratos.
─¿Cómo te gustaría entrevistar?
─Viviendo dos o tres días con el personaje; en su medio familiar y laboral. Así explicaría mejor al lector cómo es el entrevistado.
─¿Gozas con este género periodístico?
─Sufro mucho antes de hacer la entrevista, mientras la hago y después de realizarla.
-¿Qué sientes antes de empezar?
-El miedo de los toreros cuando van a hacer el paseíllo. Me formo unos prejuicios sobre el personaje que luego no los mantengo.
-¿Cuándo estas en pleno diálogo qué te hace sufrir?
─El hecho de que soy más bien tímido y retraído. Y, además, porque tengo que mantener una dosis de agresividad para que no se me escape el personaje.
- ¿Cada entrevistado se convierte en amigo tuyo?
-Yo he enfadado con mis entrevistas a mucha gente, porque procuro no dar incienso, sino decir cómo es la persona por dentro, que a veces no es tan maravillosa como aparenta...
-¿Cómo reaccionan después de leerse en el periódico?
-Con frialdad, con silencio. No me gusta recibir cartas de felicitación, porque es señal de que el personaje se ha quedado contento porque le he echado incienso.
-¿Te luces siempre en cada pregunta?
-¡Qué va! Hago mucha pregunta estúpida para provocar respuestas inteligentes.
-¿Te administran en tu periódico la indiscreción de tus personajes?
-Hasta ahora no me han quitado ni una coma.
-¿Han repercutido tus entrevistas en la tirada del diario?
-No creo, ni me preocupa. Este periódico, aunque esté formado por los mejores profesionales del país, no se venderá más...
-¿Y te gusta estar en un diario de una difusión tan invariable?
-Sí, porque además de haber encontrado un estilo en la gente, he hallado también unos techos de libertad que me han sorprendido...
-¿Cómo te trajeron aquí?
-Cogido por una oreja, desde un periódico de Alicante.
─¡Menudo viajecito!
-Qué pones en tus entrevistas…
─Los cinco sentidos, pero el que peor uso es el olfato.
─¿A qué te huelen tus personajes?
─Generalmente a Agua Brava, que es el perfume de los tecnócratas de ahora.
─¿Empleas el sentido del tacto?
─El apretón de manos no me dice nada. Mi tacto consiste en conseguir que el entrevistado se sienta a gusto y dueño de sí mismo y entonces le busco las cosquillas...
─¿Cazas al personaje de oído?
─Por la voz noto si está nervioso o me está mintiendo.
─¿Le miras mucho?
─Más bien me fijo en su lenguaje. Es mejor que todos los retratos.
─¿Cómo te gustaría entrevistar?
─Viviendo dos o tres días con el personaje; en su medio familiar y laboral. Así explicaría mejor al lector cómo es el entrevistado.
─¿Gozas con este género periodístico?
─Sufro mucho antes de hacer la entrevista, mientras la hago y después de realizarla.
-¿Qué sientes antes de empezar?
-El miedo de los toreros cuando van a hacer el paseíllo. Me formo unos prejuicios sobre el personaje que luego no los mantengo.
-¿Cuándo estas en pleno diálogo qué te hace sufrir?
─El hecho de que soy más bien tímido y retraído. Y, además, porque tengo que mantener una dosis de agresividad para que no se me escape el personaje.
- ¿Cada entrevistado se convierte en amigo tuyo?
-Yo he enfadado con mis entrevistas a mucha gente, porque procuro no dar incienso, sino decir cómo es la persona por dentro, que a veces no es tan maravillosa como aparenta...
-¿Cómo reaccionan después de leerse en el periódico?
-Con frialdad, con silencio. No me gusta recibir cartas de felicitación, porque es señal de que el personaje se ha quedado contento porque le he echado incienso.
-¿Te luces siempre en cada pregunta?
-¡Qué va! Hago mucha pregunta estúpida para provocar respuestas inteligentes.
-¿Te administran en tu periódico la indiscreción de tus personajes?
-Hasta ahora no me han quitado ni una coma.
-¿Han repercutido tus entrevistas en la tirada del diario?
-No creo, ni me preocupa. Este periódico, aunque esté formado por los mejores profesionales del país, no se venderá más...
-¿Y te gusta estar en un diario de una difusión tan invariable?
-Sí, porque además de haber encontrado un estilo en la gente, he hallado también unos techos de libertad que me han sorprendido...
-¿Cómo te trajeron aquí?
-Cogido por una oreja, desde un periódico de Alicante.
─¡Menudo viajecito!