Había cenado y ante el televisor don Ramón Carande esperaba que comenzara uno de sus programas favoritos: el “Buenas noches” de Mercedes Milá, en TVE. Don Ramón Carande, historiador y economista, había cumplido noventa años. En aquel momento no podía imaginar lo que le iba a ocurrir.
Un cuarto de hora después, su esposa, alarmada, le preguntó:
-¿Qué te pasa, Ramón?
Se oyó un suspiro.
La mujer insistió:
-Te veo muy conmovido.
Mientras tanto en el televisor aparecía una monja joven, quizás con los ojos azules más bellos que se habían contemplado en los estudios de TV en Esplugas de Llobregat.
Un cuarto de hora después, su esposa, alarmada, le preguntó:
-¿Qué te pasa, Ramón?
Se oyó un suspiro.
La mujer insistió:
-Te veo muy conmovido.
Mientras tanto en el televisor aparecía una monja joven, quizás con los ojos azules más bellos que se habían contemplado en los estudios de TV en Esplugas de Llobregat.
La monja en voz alta y serena oraba, se dirigía a Dios, le hablaba a petición de la presentadora.
La esposa no se lo podía creer: don Ramón, ensimismado ante la pantalla, lloraba.
La esposa no se lo podía creer: don Ramón, ensimismado ante la pantalla, lloraba.
-¿Qué te ocurre?
Por fin, don Ramón habló:
-¿Cómo no voy a estar así si esta monja me ha puesto en contacto con lo trascendente?
Esto me lo contó Mercedes Milá de Salinas, madre de doce hijos varones y tía de Merceditas. Así llamaba ella a la popular presentadora. Llevaba a en la muñeca derecha un Cartier, regalo de su marido para que llegara puntual a los sitios
Asunción Milá de Salinas era entonces responsable del Grupo de Amnistía Internacional en Sevilla y secretaria de la Asociación contra la pena de muerte.
Me dejó curiosear un Informe de Amnistía Internacional sobre encarcelamientos políticos, ejecuciones y torturas en ciento diecisiete países. Después le pregunté:
-¿Se imagina el rostro de un torturador?
.-No me preocupa su cara.
-¿Quizá sus manos?
-Lo que me inquieta del torturador es que él crea que está cumpliendo con su deber y que está haciendo un servicio a la sociedad.
-¿Es difícil enjuiciar un caso de tortura?
-Sí, porque un subordinado nunca actúa por su cuenta.
-¿Cómo le ha sentado el éxito televisivo a su sobrina?
-El éxito le ha dado una gran responsabilidad.
Este año la peña periodística Primera Plana concedió a Merceditas, presentadora de Gran Hermano, el Premio Limón por su acidez con los medios de comunicación.
Con motivo del galardón, la Sexta envió a uno de sus fichajes estrella del programa “Sé lo que hiciste” para que entrevistara a Mercedes Milá. El reportero, que se llama Jordi Mestre, tiene 29 años. Micrófono en mano, hablaba con ella. Transcurría simpáticamente la charla cuando uno de los brazos de Jordi Mestre rozó, de manera involuntaria, el pecho de la presentadora. Entonces ésta, que había cumplido días antes los sesenta, se dirigió por vía postal a la entrepierna del reportero, sopesando la ocasión.
Después se hizo realidad el slogan contra el tabaco “Apaga la luz y bésame”, mientras en el ambiente se encendían las últimas colillas de la sorpresa.