Javierre, si hubiera sido político, se habría rodeado de mujeres.
En este momento inhibirse como periodista y como persona sería grave. Así que Iñaqui Gabilondo ha convertido su videoblog en su patria. Es la nueva tierra, donde ha comenzado a sembrar. Porque callarse sólo sirve para seguir corrigiendo los borradores de nuestra conciencia..
Cuando Iñaqui pisó por vez primera Sevilla para dirigir la emisora de la SER, enseguida advirtió que el programa de la mañana, con gran escucha femenina, tenía un tono sospechoso. Daba la sensación de que las mujeres eran incapaces de asimilar algo que no fueran los juegos, los regalos y los discos. Esto no puede seguir así, pensó.
El prefería las mañanas sin sexo. Es decir unas mañanas que reflejasen el pulso de la ciudad y que pudieran interesar tanto al hombre como a la mujer. Era una manera de extender el universo mental de la mujer, ampliando su vida cerrada de hogar. Era la Sevilla de 1971, cuando Iñaqui tenía 29 años y la tarea radiofónica no estaba siempre al servicio de la comunidad.
He hecho una incursión por el reciente libro del querido compañero Antonio Lorca sobre “José María Javierre. La sonrisa seductora de la Iglesia” y me he tomado un descanso en un breve párrafo, cuando el sacerdote comenta al periodista:
“Si yo hubiera sido político, me habría rodeado de mujeres, porque superan a los hombres en inteligencia, en capacidad de sufrimiento, y en ternura, que es una condición esencial para la vida. Y jamás se quejan.”
En este momento inhibirse como periodista y como persona sería grave. Así que Iñaqui Gabilondo ha convertido su videoblog en su patria. Es la nueva tierra, donde ha comenzado a sembrar. Porque callarse sólo sirve para seguir corrigiendo los borradores de nuestra conciencia..
Cuando Iñaqui pisó por vez primera Sevilla para dirigir la emisora de la SER, enseguida advirtió que el programa de la mañana, con gran escucha femenina, tenía un tono sospechoso. Daba la sensación de que las mujeres eran incapaces de asimilar algo que no fueran los juegos, los regalos y los discos. Esto no puede seguir así, pensó.
El prefería las mañanas sin sexo. Es decir unas mañanas que reflejasen el pulso de la ciudad y que pudieran interesar tanto al hombre como a la mujer. Era una manera de extender el universo mental de la mujer, ampliando su vida cerrada de hogar. Era la Sevilla de 1971, cuando Iñaqui tenía 29 años y la tarea radiofónica no estaba siempre al servicio de la comunidad.
He hecho una incursión por el reciente libro del querido compañero Antonio Lorca sobre “José María Javierre. La sonrisa seductora de la Iglesia” y me he tomado un descanso en un breve párrafo, cuando el sacerdote comenta al periodista:
“Si yo hubiera sido político, me habría rodeado de mujeres, porque superan a los hombres en inteligencia, en capacidad de sufrimiento, y en ternura, que es una condición esencial para la vida. Y jamás se quejan.”