Son palabras que el historiador Paul Preston pone en boca del tirano Francisco Franco. Se las decía a don Juan de Borbón, heredero de Alfonso XIII, apartándolo de la sucesión dinástica.
Se nota que Franco creía en la buena suerte: él la tuvo en África. Y también en la mala suerte. Él provocó que al padre de Juan Carlos se le derramase la sal de la Monarquía cuando condimentaba sus aspiraciones al trono. Franco era un hombre soso y sin sentido del humor, según comenta el historiador Gabriel Cardona en su libro “Cuando nos reíamos de miedo”.