lunes, 1 de abril de 2019

La figura humana y profesional de Elías Cañas vista por su colega y amigo Juan Luis Haro

(Primera parte: la acuarela y el libro “Ajrica”) 

Me comenta Juanlu que “Elías encontró en la acuarela la forma de deshacer un gran nudo vital que lo atenazaba. La acuarela, su estudio de Sanlúcar, el silencio nocturno con las volutas de sus puritos, fueron el epicentro de una nueva etapa que no renunciaba al pasado pero que estaba preñada de porvenir. De alguna manera Elías se liberó de sí mismo, de cómo lo veían los demás tras tantos años de altibajos. Hablo, en definitiva, de la capacidad sanadora de la belleza, del arte, de la creación…” 

Digo a Juanlu que “Ajrica” me ha hecho pensar en el poema Itaca, porque en él aconseja Cavafis que es mejor que el viaje dure muchos años y se atraque viejo ya en la isla. (Elías murió a los cincuenta y pocos años). Contesta: 
-Llevo muchos años leyendo y releyendo “Itaca”. De vez en cuando escucho la canción de Lluis Llach. Escribí un fragmento del poema en la terraza de la azotea en que vivía en Sevilla y lo utilicé de guía el día que me despedí de mis compañeros del Servicio de Enfermedades Infecciosas tras nueve años trabajando con ellos.

 -¿Qué es “Ájrica”, con tus textos y las acuarelas de Elías?
 -Empezó siendo un viaje de luna de miel a Namibia. Se convirtió en una historia de amistad, en un diálogo entre dos amigos, entre las palabras de uno y las pinceladas del otro, pero siempre enmarcadas en una visión compartida, humanista, curiosa, emocional. Luego se convirtió en un proyecto solidario.

 -¿Qué será de vuestro libro?
 -Ahora ha echado a volar y no sabemos cuál es su destino final. A mí me brinda la oportunidad de hablar de un hombre excepcional y lleno de bondad, mi amigo Elías, sin saber hasta dónde me llevará.