Estaba ilusionado con fundar un partido
político. Lo llevaría a cabo en dos fases: La primera se limitaba en
hacer un llamamiento general a la ciudadanía. La segunda consistiría en
constituir el partido con todos los que no acudieran al llamamiento. Lo
cuenta Aquilino Duque sobre Alfonso de Cossío que fue catedrático de
Derecho Civil de la Universidad de Sevilla. Buen olfato político.
Cossío
preparó su tesis doctoral en Múnich sobre “la propiedad en Roma”.
Cuando un día de enero se dirigía a la Universidad alemana, un
desconocido que no tenía aspecto de delincuente se abalanzó sobre él y
comenzó a frotarle la nariz mientras se expresaba en alemán
atropelladamente. Cossío aguantó el tipo como pudo en plena calle y a
diez bajo cero. Por fin el desconocido recobró la calma y explicó al
español: “Me he permitido salvarle la nariz, se le estaba helando
porque la tiene bastante morada. Esto es frecuente con estas
temperaturas tan horribles”