Cuando vio que la luna bajaba y desaparecía en el horizonte Eva comentó: Qué lástima. Se ha caído. Estaba mal atada. (Mark Twain lo pone en boca de la mujer de Adán).
También a la compañera del escultor Vicente Martínez de la Asunción se le cayó la luna, pero nunca sospechó que él estuviera mal atado a la vida.
Antes de que empezara a morirse le introdujeron por la ingle unos catéteres hasta llegar al corazón, pero interrumpieron la prueba porque sufrió un infarto y después un paro cardíaco.
De madrugada dos alumnas del escultor bajaron al mortuorio para hacerle las manos en escayola.
Sus cenizas se encuentran junto a la escultura de la angustia que él hizo en mármol un día que estaba triste.