martes, 18 de abril de 2017

Un libro con trampa

Cela escribió en 1940 una biografía de San Juan de la Cruz. La firmó con el seudónimo de “Teresa Verdú”. El periódico del Vaticano no comentó nada. Sí comentó elogiosamente el libro “Mártires de la Iglesia” de fray Justo Pérez de Urbel, abad del Valle de los Caídos, augurando que algunos de aquellos mártires subirían pronto a los altares. 
Y ahora la verdad cruda: Un alto cargo del Ministerio de Información y Turismo encomendó al periodista Carlos Luís Álvarez, “Cándido", una difícil tarea: Escribir en un mes y en 300 folios 20 biografías de religiosos asesinados durante la Guerra Civil. Le advirtieron que el libro no llevaría su nombre. Reservaron este honor a fray Justo Pérez de Urbel. 
Todo transcurría bien hasta que “Cándido” se dio cuenta de que el tiempo se le echó encima y se vio obligado a tomar una grave decisión. Nadie se enteraría. Renunció a seguir investigando y recurrió a su prodigiosa fantasía para inventarse la vida y muerte de varios religiosos. Cobró por su trabajo 25.000 pesetas y fray Justo Pérez de Urbel, 200.000. El fraile estaba tan ocupado que ni leyó el original. “Cándido” descubrió la trampa 40 años después.