viernes, 24 de febrero de 2017

Asalto al Congreso


Aquella tarde del asalto al Congreso por miembros de la Benemérita pensé que serían etarras disfrazados de guardias civiles. Ideas que se tienen de pronto quizá por estar casado con una periodista vasca. Fue lo primero que se me vino a la mente. En aquel momento yo ponía en orden las notas que había escrito para hacer un reportaje sobre la donación de cadáveres a la Facultad de Medicina de Sevilla, tema que abandoné y que sigue esperando la resurrección de los muertos. Después, cuando ya en la Redacción supimos que no eran etarras sino guardias civiles, comenté con el director Ramón Gómez Carrión que las relaciones del estamento militar y “El Correo de Andalucía” no eran cordiales desde que el capitán general de la II Región Militar, Manuel Chamorro Martínez, ordenó que se dieran de baja como suscriptores de El Correo todas las instituciones y centros militares de Sevilla, Córdoba, Huelva y Cádiz. Esta prohibición de que se leyera el periódico en dichas áreas de carácter militar se remonta a los años setenta cuando el director era el padre José María Javierre,a quien la Hermandad de Alféreces Provisionales declaró persona non grata. Chamorro Martínez era licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas y Económicas y autor de varios libros.

El temible despacho
También le mostré a Gómez Carrión un pequeño y viejo documento que decía: “El capitán general de la II Región Militar, de acuerdo con el dictamen del Auditor de guerra, ha decidido el sobreseimiento de la causa instruida al subdirector de El Correo de Andalucía, Juan Holgado Mejías, por el presunto delito de injurias al Ejército a raíz de una entrevista realizada por dicho periodista al ex comandante del Ejército Luís Otero Fernández, miembro destacado de la Unión Militar Democrática”. (El interrogatorio en el Juzgado Militar fue muy breve. Me preguntaron sólo con qué intención había formulado yo determinada pregunta al ex comandante Otero. Pedí tiempo para pensar la respuesta y me lo dieron)
Aquel 23 de febrero yo no me podía olvidar de que en la sede de El Correo había un amplio despacho donde se tomaban las grandes y pequeñas decisiones que afectaban al diario y a su plantilla. Lo ocupaba Antonio Uceda López, consejero delegado de Editorial Sevillana, la empresa editora de El Correo.
La persona más importante que frecuentaba el mencionado despacho era Juan Borrero Hortal, presidente del consejo de administración del periódico. Su hermano fue presidente de la Diputación Provincial entre 1971 y 1978. Me refiero a Mariano, yerno de Carrero Blanco.
Uceda era un hombre camaleónico, sin estudios académicos, que había sido corresponsal de El Correo en Córdoba. Para él los directores pintaban poco. Quizás por este motivo Gómez Carrión no parecía muy nervioso ante las decisiones que tenía que tomar El Correo aquella noche. Fue admirable el comportamiento de los redactores. Salieron a cazar noticias aun en los sitios más vedados. Cuando regresaron al periódico, ninguno de ellos se había convertido en presa. 
Recomiendan los psicólogos que no se debe añadir resplandor al resplandor ni sumar turbiedad a la turbiedad. Es un consejo que va bien al frustrado golpe de Estado y a los que supieron contarlo.