Todas las mañanas se despertaba en las imaginarias estepas de España la gacela de un político llamado Pedro, con este propósito: Tengo que correr más deprisa que el león de Pablo o me matará. Todas las mañanas se despertaba el león de Pablo gritando: Tengo que correr más rápido que la gacela o moriré de hambre.
Había un cazador furtivo, muy popular en la zona, que envidiaba el cuerpo estilizado de la gacela y su dulce mirada. Del león le entusiasmaba su
densa melena y su larga cola. Una tarde, al ver en peligro a la gacela,
disparó al león y lo hirió gravemente. Después hizo lo mismo con la
gacela. Cuando comunicó torpemente a sus amigos su hombrada, saltaron
de alegría mientras un misterioso ciudadano curaba y alimentaba a los
animales heridos. (Leyenda anónima)