Los ángeles saben volar porque se toman a sí mismos
a la ligera, dicen en Escocia. En España los ángeles no vuelan, andan
pausadamente por el camino que se han marcado para conseguir la
perfección, la meta. En nuestro país tuvimos de jefe de gobierno a un
ángel: Adolfo Suárez. Fue presidente de Acción Católica en Ávila,
secretario particular del gobernador civil de dicha capital, Fernando
Herrero Tejedor, miembro del Opus Dei. Estudió en la Universidad más
antigua de España, Salamanca, donde asistió a las clases de Derecho
Administrativo del profesor Clavero Arévalo. En Sevilla, a finales de
los 50, durante unos meses, formó parte de la secretaría particular
del gobernador civil Hermenegildo Altozano Moraleda, del Opus Dei,
coronel jurídico de la Armada y miembro de la Secretaría Política de
don Juan de Borbón.
Seis años antes de que nuestro ángel volara por
primera y única vez, fue a verlo el rey Juan Carlos para entregarle el
toisón de oro porque había logrado convertir el agua en vino, la
dictadura en democracia. Ya era tarde. Suárez no sabía quién era su
visitante