miércoles, 6 de abril de 2016

Encontró la piedra preciosa en una tomatera


Cuando entró en la habitación del hotel enseguida se acordó de sus largos años de presidiario porque la estancia que le habían reservado  le pareció un calabozo.  Se enfadó y no dejó de dar voces hasta que consiguió una con vistas al exterior.
-¿Dormirá bien esta noche?
 Henri Charrier contestó: Siempre duermo bien, pero .hay cosas en la vida de las que no se puede liberar uno.
-¿Sueña con las personas a las que usted quitó la vida?
-No, porque a los tipos que maté, los maté bien. 
-¿Tan experto era?
-Me refiero a que tuve suficientes motivos para hacerlo.
-¿Aconseja usted que se tome uno la justicia por su cuenta? 
-No me estoy metiendo con los actuales tribunales de justicia de Francia sino con los de 1933 a 1948. Suponga que raptan a una hija suya, la violan y la destrozan ¿se fiaría del tribunal que juzgase al culpable? Tenga en cuenta que es una hija suya y no del tribunal. 
-¿Han servido para algo sus críticas a la Justicia?
-Más de un magistrado francés me ha dicho: “Después de leer su novela, (Papillón) llevo otro ánimo al tribunal y miro de distinta manera al que está sentado en el banquillo”
 (Papillón fue traducida a veintisiete idiomas y se han escrito varias tesis doctorales sobre la obra. El día que  conocí a Henry Charrier llevaba un anillo con una piedra preciosa que encontró cuando regaba una tomatera en el último presidio que estuvo . Vestía traje de pana azul y cubría su cabeza con un gorro de astracán)