miércoles, 2 de diciembre de 2015

De la poesía a la novela a caballo del Periodismo

Siento curiosidad por conocer tus heridas, si las tienes, por tus sueños no cumplidos, por si has diseñado un plan B para vivir con más plenitud.
-Tengo heridas, respondió José Manuel García-Otero, pero no vivo de ellas. Del pasado me quedo con lo bueno. A los que quisieron hacerme mal hace tiempo que los perdoné. No sirve para nada llevar ropa sucia en el armario que es mi alma. Les doy la mano a todos. En cuanto a mis sueños, quiero vivir en paz conmigo mismo y seguir escribiendo. Tengo muchas historias que contar. Ese es mi plan A, B, C, D…
-Nos conocimos cuando escribías de fútbol, pero en el vestuario de tu alma se escondía el poeta.
-Fui un poeta precoz.
Cuenta el compañero José Manuel que escribía versos inspirados en alguna niña de su barrio o del colegio que había cerca de su casa. Versos que ahora los ve como palabras desordenadas por un corazón inquieto y muy enamoradizo, hasta que llegó el día en que, dejando atrás la adolescencia, puso orden en sus poemas…
-Con diecisiete años me uní a un grupo de poetas liderados por José Matías Gil, llamado Gallo de Vidrio y que al cabo de los años se hizo sitio en la elite cultural andaluza. Pero lo mío era el Periodismo... Me hice un hueco en Deportes porque en esos momentos era el único espacio que había en El Correo de Andalucía. Antes hice Sucesos para Nueva Andalucía. Al volver a El Correo, con Javierre, escribí de toros, de Camarón y hasta le pergeñé algún que otro editorial. El cura me dijo que le gustaba cómo escribía. El cura y tú, Juan Holgado, fuisteis muy buenos maestros. Luego me fichó el MARCA, me fui a Madrid y me abracé a los deportes. No me fue mal. Pero nunca me conformé y quise tocar más teclas.
-Tiene bemoles que tu libro sobre Messi haya sido traducido al húngaro.
-La editorial me dijo que un periodista húngaro, culto y amante del deporte, adquirió en el aeropuerto un ejemplar. Le gustó tanto que quería comprar los derechos para Hungría. Pensé que el editor me estaba vacilando. Pero no. Me llevé una gran alegría cuando recibí la foto del escaparate de una librería donde aparecía mi libro traducido al húngaro. La hizo un compañero de MARCA que estaba en Budapest.
-Se sabe que en los almuerzos de banqueros se habla de arte y en los de artistas, de dinero. ¿De qué charlan los personajes de tu novela “El frío anochecer de los espejos”?
-Hablan de la vida de una manera compulsiva, pero la muerte ronda como un molesto abejorro por las cabezas de los protagonistas. Mi novela es muy viva y quise colorearla con dosis de energía. Está ambientada en escenarios tan dispares como Buenos Aires, Medellín, Barcelona o Madrid. Con tanto movimiento he querido escuchar el latido del corazón de los lectores.