domingo, 8 de septiembre de 2013

Rosas Rojas para Blas Infante

Emilio Lemos y su esposa. Antonia Girela
Emilio Lemos Ortega, medalla de oro de Andalucía a título póstumo, vivía en el número 7 de la calle Ortiz de Zúñiga. Era una casa con tres plantas y veinte habitaciones. En ella residió siete siglos antes un funcionario árabe que trabajaba en los Reales Alcázares. Allí me contó Lemos que cuando joven había sido secretario de las Juventudes Libertarias; que tenía veinticuatro hermanos (le vivían dos); que se casó con una prima suya y al quedarse viudo contrajo matrimonio con una sobrina. También me dijo:
“Una tarde, cuando don Blas Infante y yo nos encontramos en la calle charlamos de nuestras cosas y cuando salió el tema de los ideales andaluces, tan querido por los dos, le dije que si la sociedad no vivía bien, nadie tenía derecho a vivir bien.” Entonces él me respondió: Mire, usted, Lemos, nuestra meta, nuestros ideales andaluces serán conseguidos cuando las ranas críen pelos. “Yo le contesté: Hombre, por Dios, don Blas, yo no he escuchado lo que acaba de decirme. Es como si sus palabras me hubieran entrado por un oído y me hubieran salido por el otro”.
(Lemos en voz baja me confesó: Esta frase de don Blas me ha dado mucha lata en mi vida, ya que cuando la pronunció estaba delante mi mujer. Y en muchísimas ocasiones ella me la refregó diciéndome que fuera más practico en la vida y me dejara de tantos ideales.)
El sábado, una mujer vestida de blanco depositó rosas rojas ante el busto del padre de la patria andaluza. Después, Susana, con su sonrisa de autodefensa se fotografió con Escuredo, Borbolla, Chaves y Griñán. Quizá los cinco creen en los ideales andaluces.