lunes, 26 de septiembre de 2011

Trampas para coger pájaros

Con pasos ligeros y cortos entró en la Sala de la Audiencia donde iba a ser juzgado  Serafín,  presunto autor de la muerte de la niña de cuatro años V.B.
El presidente del tribunal al observar que el acusado se sentó rápidamente en el banquillo, dijo: “El procesado que permanezca de pie. La fuerza pública puede sentarse.” Serafín llevaba las manos esposadas hacia delante. Presentaba un aspecto muy aseado y parecía  tener más de 54 años, que es su edad.
-¿A qué se dedica usted?, le preguntó el fiscal.
-Cavo las viñas y hago lo que me manden.
-¿Con quién vive?
-Con mi hermana y con su hija. Las dos son viudas.
-¿Tenía discusiones con ellas por la bebida?
-No me acuerdo. Con el vino no sabe uno lo que hace.
-¿En qué trabaja su hermana?
-Cose y ayuda al practicante, porque sabe de partos.
-Cuente lo que hizo aquel sábado por la tarde…

-Aquel día salí  de mi casa a las cinco y me fui al campo donde los niños juegan a la pelota. Yo llevaba una cajita de cartón donde guardaba trampas para coger pájaros. Tres niños y una niña querían seguirme. Les dije que se quedaran allí. Al cabo de un rato vi que la niña me seguía. Yo estaba en lo mío y la niña estaba cogiendo flores. Me entró sed y fui al pozo y vi que la niña se cayó al pozo. Empecé a dar voces y por allí no había nadie. Yo quería encontrar unas escaleras para sacar a la niña. Salí corriendo, entré  en un bar, pedí agua y me dieron un vaso de vino y escuché decir: “Que mala cara tiene ese hombre. Ese hombre está asustado.”
-¿Por qué no pidió en el bar unas escaleras para sacar a la niña del pozo?
-Porque como la gente es muy mala, me dio miedo de que me mataran a palos y me fui a mi pueblo para ir al cuartel y decir lo del pozo.
-Chilló la niña antes de caerse al pozo?
-Chilló al caerse. Dijo: ¡Ay, mamá!
-¿Cómo se cayó?
-Le dio un mareo. La niña me dijo antes que estaba mareada y yo le dije que por qué había venido detrás de mí.
Al procesado le tiembla la barbilla. Gesticula mucho con las manos esposadas. No recuerda que en una discusión que tuvo con su hermana, ella tuvo que defenderse con unas tijeras. Dice que aquel día estaba borracho.
Los forenseses declararon en el juicio que la niña había muerto asfixiada por sumersión. Tardó en morir cinco u ocho minutos. El cadáver presentaba signos de un atentado contra el pudor. El procesado tiene una edad mental de diez años  más la experiencia de sus 54 años. Se aprecian en su personalidad rasgos de agresividad y sadismo, capaces de provocar reacciones violentas. El día que lo llevaron al pozo donde se encontraba la niña, él no quiso asomarse porque creía que lo iban a arrojar hasta el fondo.