martes, 13 de septiembre de 2011

Felipe. ETA intentó asesinarle a finales de los 80. 2

-Vi la entrevista que te hizo “el loco de la colina”. Y también la de Carmen Martínez Bordiú. Ella habló de ti. Le habían comentado que tú fuiste una de las personas que no celebró la desaparición de su abuelo, porque tú no te alegras de la muerte de un ser humano. Dijo que entonces se habían descorchado muchas botellas de champán, cosa que comprendía, pero que no le agradaba. ¿Es verdad?
-Es verdad que yo no lo celebré. Ni siquiera tenía un ánimo festivo, aunque sí un cierto sentimiento de liberación porque creíamos que iba a empezar una etapa nueva. No brindé con champán, porque jamás me he alegrado de la muerte de un ser humano. Y en el caso éste, fue tan especialmente cruel el comportamiento de su entorno, y no me refiero a su hija, que estaba claro que pensaban más en su propio beneficio que en el de la persona que estaba muriendo.

-¿Sueles reunirte con los guardaespaldas que te acompañaron mientras eras Presidente de Gobierno?
-He celebrado encuentros varias veces con el entorno de la gente de seguridad que me acompaña desde hace muchos años.
-Desde hace treinta y dos años.
-No. Digamos veintisiete años. Si dijéramos treinta y dos años, tendríamos que decir que me acompañaban pero para perseguirme. Después ya cambiaron a acompañarme para protegerme. Algunos faltan. Todos han hecho un trabajo profesionalmente muy duro y penoso, difícilmente reconocible.
-Nunca has contado si te salvaron de algún peligro, si ETA intentó asesinarte.
-No he hablado nunca de eso.
-Ahora es el momento.
-Detectamos un riesgo de asesinato de ETA cuando el atentado estaba en fase de preparación: tenían los recorridos y toda la documentación para cometerlo. Y lo detectamos en coordinación con los servicios de inteligencia franceses.
-¿Cuándo?
-Era presidente de Francia Mitterrand. Por tanto, tendría que ser a finales de los ochenta. Probablemente antes de las conversaciones de Argel. Lo que sí recuerdo muy bien, es la sorpresa y la incredulidad de Mitterrand, porque en su cabeza no cabía que ETA pudiera pretender asesinarme. Él decía “es difícilmente creíble”. Yo le contestaba: “es bastante creíble si eres capaz de ponerte en la mentalidad de ETA.”
No se pueden  contar con los dedos de una mano las personas que conocen el número del móvil de Felipe González. Harían falta más manos. Recibe 20 mensajes por día y el equivalente de llamadas. Y cuando decide  cambiar de número, se va produciendo lentamente la misma dinámica.