jueves, 1 de septiembre de 2011

El hombre de la sábana de Turín

El padre Jorge Loring, de la Compañía de Jesús, llevaba  veinte años dedicado al estudio de la sábana santa de Turín, que envolvió el cadáver de Cristo. En aquella ocasión se encontraba en Sevilla para pronunciar una conferencia sobre “La autentica fotografía de Jesucristo“ en un cine de la Puerta de la Carne. En el acto pensaba  proyectar una foto robot hecha por Bruner, fotógrafo pontificio, basado en la cara de Cristo que aparece en la sábana santa. Cuando me dijo que el rostro revelaba  majestad, serenidad, dulzura, unción y  virilidad, algo percibí que me alertó y comencé a sospechar ligeramente de este venerable jesuita.
El padre Loring había vendido en aquel tiempo más de un millón de ejemplares de su obra  "Para salvarte.” Presumía de ser el único autor vivo que en castellano había conseguido esa cifra. Yo volví a la sabana santa, su obsesión:
─Se ha dicho que a Cristo lo enterraron con vida, porque en la sábana hay manchas de sangre de hombre vivo.
─La  sangre de los clavos y de las espinas brotó de Cristo estando vivo y por eso se ha coagulado en el lienzo como sangre de hombre vivo. Pero  la sangre que brotó del costado de Cristo se coaguló como sangre de hombre muerto, según estudios médicos.

-¿Cómo estaba el cuerpo?
-Empapado en sudor cuando fue embalsamado con aloe. La mezcla del sudor y del aloe produjo unos vapores colorantes de aloetina que, por contacto, dejaron un negativo perfecto del cuerpo entero  sobre la sábana.
─¿Fenómeno natural?
─Sí. Es un fenómeno químico de vaporigrafía.
-¿Se ve bien el rostro?
─Aparece deforme.
 ─¿Hay algún argumento reciente que potencie la autenticidad de la sábana santa?
─Hace poco  la prensa difundió la noticia de que un criminólogo suizo había encontrado en la sábana de Turín polen de plantas que solamente se dan en Palestina.
-¿Merece la pena ir a su conferencia?
─Sí, porque lo que presento es tan impresionante que, al dar las garantías históricas que tiene la sábana de Turín, se consigue un fruto espiritual superior al de  muchos  sermones.
Años después, para desconsuelo de muchos creyentes,  se practicó a la sabana santa la prueba del carbono 14 que precisaba que el lienzo era del siglo  XII o XIII.  Pasado un tiempo  hubo científicos  que afirmaron que dichos datos no eran fiables. Así que las aguas volvieron a su cauce. Como yo no quería seguir desconfiando del padre Loring, le hice mi última pregunta:
-¿Ha visto usted la sábana santa cuando ha sido expuesta al público?
El venerable jesuita me miró muy seriamente y con la humildad de quien no quiere mentir dijo:
-No.