lunes, 11 de julio de 2011

La hora histórica de España

Le entristece que no acertemos a convencer ni a los extremistas de la derecha, ni a los extremistas de la izquierda. Cree en Dios, en el prójimo y en el imperio del Derecho. Detesta la violencia. Manuel Jiménez de Parga, catedrático de la Universidad de Barcelona, fue buen estudiante.
Premio extraordinario cuando se licenció en la Facultad de Derecho de Granada. En Madrid se doctoró.
Amplió estudios en las Universidades de Heidelberg, Friburgo, Munich y Paris. Está casado con Elisa Lamas, doctora en Derecho Canónico.

─¿Qué haría con la oposición en este año de 1970?

─Legalizarla, puesto que debe ser una pieza esencial del régimen.

-¿Otras necesidades?

-Actitudes éticas sobre las palabras, sobre las promesas, sobre los discursos más o menos vacíos. Se necesita el ejemplo, la consecuencia y el mantener una postura en unos principios y después procurar siempre ser coherente y consecuente con estos principios.


-¿Cómo hay que prepararse para conseguir la democracia?

-Necesitamos preparación para la democracia, pero no a nivel del hombre de la calle, sino a nivel de las personas que por uno u otro motivo ocupan puestos destacados en la sociedad, y, naturalmente, a nivel de gobernantes.

-¿Qué hace usted desde su cátedra de Derecho Político en este sentido?

─La gran cátedra la tiene el propio Gobierno, puesto que tiene la televisión. A mi aula pueden acudir, lo más, unos quinientos alumnos, mientras que el que habla por televisión es escuchado por millones de espectadores.

─¿Ha tenido muchas tentaciones como abogado?

─El abogado siempre está recorriendo un camino lleno de tentaciones. Se encuentra con muchas injusticias y con derechos adquiridos que no son justos.

-¿Y si a su bufete acudiera un empresario como cliente?

-Naturalmente uno duda, y yo procuro no aceptar ese tipo de asuntos. Aunque formalmente el derecho protege al empresario, la Justicia (con mayúscula) protege siempre al trabajador.

─¿Cuándo el problema de España puede llegar a ser explosivo?

─Cuando los ciudadanos salgan de esa situación de apatía y vayan teniendo cada día más conciencia de lo que son los derechos.

─¿Qué ocurriría entonces?

─Pues que el pueblo reaccione de una manera no pacífica al llegar a una determinada hora histórica, que puede estar lejana o más próxima de lo que a veces pensamos.