miércoles, 27 de julio de 2011

El linotipista que detuvo a Lorca

─¿Qué te ha interesado más, saber quién mató a Lorca o por qué lo mataron?, pregunto al periodista Antonio Ramos Espejo.
─Apretaron el gatillo siete u ocho mandados en nombre de esa Granada de la represión y de la incultura, frente a la "Granada la bella" de Angel Ganivet o a la Granada rebelde de Mariana Pineda o a la Granada genial y creadora de Federico o a la Granada lúdica de Boabdil.
-¿Qué constaría en la ficha policial del poeta?
-Que había apostado por la Republica, sin militancia alguna;  que había leído un manifiesto contra el fascismo;  que era liberal, pero muy próximo, familiarmente, al partido socialista, porque su  hermana estaba casada con el alcalde socialista de Granada, Manuel Fernández Montesino, al que fusilaron unos días antes que a él.
-¿A qué edad empezaste a leer a Lorca?
─Con dieciséis años había leído mucho  de él.
-¿Recuerdas un deseo del poeta?
-“Si muero, dejad el balcon abierto”.
-¿Has contribuido a que se cumpliera ese  anhelo?
─El “Ideal" de Granada, donde había trabajado, como linotipista, Ruiz Alonso, el que detuvo a Lorca, me publicó, en tiempos dificiles, cinco reportajes sobre el poeta.  -----¿Nunca se había escrito sobre Lorca en el “Ideal”?

-El “Ideal”  dio en su día la noticia de su muerte, pero ya no volvió a hablar de Lorca hasta que publicó mi trabajo.
-¿Se sacó el diario la espina que tenía clavada?
─Sí,porque parecía que el "Ideal" tenía una cierta responsabilidad por la extraña circunstancia de que un linotipista, que después fue diputado de la CEDA,  interviniera en la detención de Federico. A partir de mi modesta colaboración se aclararon bastantes las cosas.
-¿Con quiénes hablaste?
─Con Angelina. Ella le llevó la comida cuando estaba detenido Federico. También con Carmen Perea, que presenció en la Huerta de San Vicente cómo unos falangistas  lo maltrataron de palabra y de obra.
-¿Cómo era de niño Lorca?       
-Un burgués de la burguesía rural granadina, rodeado siempre de criadas y de amigos más pobres.
Antonio Ramos Espejo, profesor de la Universidad de Sevilla, ha sido corresponsal de la Agencia Efe y del YA en Roma. Cuando regresó a España venía con la misma fe y con menos prejuicios. Es licenciado en Filosofía y Letras y en Ciencias de la Información. Ha sido director del diario Córdoba y de El Correo de Andalucía.
Su técnica de reportero ha sido siempre la misma: se dejaba barba durante dos días y al tercero se ponía en manos del barbero de la localidad sobre la que había decidido escribir. Aun a riesgo  de exponer demasiado la yugular, no dejaba de hacerle preguntas para enterarse de la problemática del pueblo. A veces, si en la barbería había cogido la información por los pelos, se dirigía a la tasca más concurrida y allí, a base de vino y de inquirir a los contertulios, que el azar ponía en su camino hacía mentalmente la crónica.