sábado, 30 de julio de 2011

El dominico que criticó la visita del Papa a España

Drogas en el despacho del prior de los dominicos de San Jacinto. Las había de vez en cuando. Se las dejaban en su mesa jóvenes que decidían en su presencia abandonar para siempre la hierba. Era prior en aquellos tiempos el padre Pedro León. Nació el año 1939 en Villanueva de Córdoba. Los españoles se mataban. Su madre lo bautizó con agua de un charco del refugio donde estaban. El se alegraba de haber tenido  esa entrada en la Iglesia de mano de su progenitora. Su padre pertenecía a las Fuerzas Armadas.
El padre Pedro León vivió los años más importantes de su vida en Roma, desde 1961 a 1964, coincidiendo con el Concilio Vaticano II. Trabajó en Radio Vaticana y en la RAI.
Es doctor en Teología. Le ordenó sacerdote Juan XXIII.
-¿Qué supo entonces de este hombre?
-Que nunca quiso ser Papa. Se vio con aquello y fue todo menos Papa. Fue un creyente. Por eso él no quería la tiara ni la silla gestatoria. El nunca se vio como Papa en el “status oficial”.
-¿Se hubiera  confesado usted con Juan Pablo II?
-No, porque seguramente no hubiéramos llegado a un acuerdo.

-¿A la hora de la absolución de sus pecados?
-Sí, porque me llegaría a preguntar si yo tenía malos pensamientos y todo eso que es pecado mortal para él y que está en una cierta moral católica de tradición. Como para  mí esos pensamientos no son pecados,  el Papa se vería obligado en conciencia y con gran dolor de su corazón a negarme la absolución.
-¿Qué exige usted por ética  natural y por mensaje cristiano?
-Que las personas no se utilicen ni se usen ni se abusen ni que uno esté en el vicio tremendo del sexo. Pero el amor, el encuentro y la sintonía son maravillosos.
-¿Algún contratiempo durante sus  homilías?
-Unos jóvenes subieron al altar, me pidieron el micro y vocearon contra mí,  porque yo hacía un enjuiciamiento crítico de la visita del Papa a España. Dije que no estaba de acuerdo con el montaje del recibimiento. Había  mucha pomposidad y boato,  como si se tratara de un cantante famoso. Enseguida los jóvenes fueron acallados por las demás personas que asistían a la eucaristía.
-¿Culpó aquel día a alguien en relación con el montaje del recibimiento? 
-A nadie, porque ahí no llega uno a saber quién organiza, quién internacionaliza y quién es el culpable de la situación.
-¿Cómo hizo la crítica?
-Desaforadamente, pero a base de textos evangélicos: “Que el primero sea el último”.”Que entre nosotros no haya jamás señor ni superiores sino hermanos.”