La telefonista del bufete de Antonio Pedrol Rius le dijo: “le llama uno que dice que es el rey”. “Pásame la llamada", le respondió. Enseguida reconoció su voz: "Antonio, te llamo porque me gustaría que tú fueses senador por designación mía". "Señor, le contestó, es que he prometido no aceptar cargos públicos mientras yo esté en el decanato. Me crea una duda y le pido consejo". "El consejo que te doy es que me vas a aceptar ahora mismo el ser senador real". Pedrol Rius insistió: "Señor, pero si además sabe que a mi no me divierte la política". "Pero es que yo no te llamo para que te diviertas sino para que trabajes y sirvas a España en un momento excepcional". "Pues muy bien, Señor".
Era decano del Colegio de Abogados de Madrid y presidente del Consejo General de la Abogacía cuando le pregunté si había trabajo para los 40.000 abogados que tenía entonces nuestro país?
─Sí. Siempre que el ciudadano español llame a un abogado, para que le asesore, cuando reciba la visita de un inspector de Hacienda.
-¿Qué le inspira el letrado que defiende a un etarra, acusado de cometer un atentado?
-Un gran respeto. Y si un etarra no encontrase ningún defensor, yo como decano cumpliría con mi deber de defenderlo.
Charlábamos en su casa del Barrio de Santa Cruz. Junto a la chimenea de la sala estaba ordenada la leña para los próximos fríos. Pasaba muchos fines de semana en Sevilla. No quiso decirme quién le escogía las corbatas y camisas. Y, a preguntas mías, comentó que estaba enamorado desde hacía muchos años del Barrio de Santa Cruz y casado felizmente con la abogacía.
-¿Con quién ha comido últimamente?
─Con don Manuel Rojo Cabrera, decano del Colegio de Abogados y con don José María Javierre. Nos une una amistad y una comunidad bastante marcada de preocupaciones y enfoques.
-¿Cuántos puros se fuma al día?
-Diez. Y he llegado a los 76 años sin problemas de bronquios, lo que demuestra que los puros no son malos.
-¿Aconseja usted fumarlos?
-En una de las audiencias con el presidente del Gobierno Felipe González intercambiamos información muy personal de lo que fumábamos diariamente. Yo, basándome en mi veteranía de fumador, le dije: “presidente, te garantizo una vida larga y saludable si sólo fumas puros, si no los alternas con cigarrillos, porque eso es una promiscuidad peligrosa para la salud.”
-Más de un español ha visto fumar cigarrillos a Felipe González.
-Yo también. A los pocos días de darle el consejo me quedé asombrado cuando le vi en televisión fumando un cigarrillo. Inmediatamente le escribí: “Querido presidente, te retiro la garantía de una larga y saludable vida porque he comprobado que tu conducta de fumador, mezclando puros y cigarrillos, no va por buen camino. Te apercibo disciplinariamente porque eres colega mío. Deja los cigarrillos y sé fiel a los buenos habanos".
─Después de los puros, ¿qué le divierte más?
─Las tablas góticas.
─¿Me va a decir cuántas tiene?
─No.
─¿Ni la última que ha adquirido?
─Una tabla de Pedro Nicolau, del siglo XV. Tenía interés en esa tabla porque me faltaba un pintor valenciano.
─¿Hasta dónde llegó su interés?
─Hasta 3 millones de pesetas. Fue en una subasta. La tabla estaba valorada de inicio en 600.000. Me pareció barata, pero había otro señor empeñado en llevársela y empezamos a calentarnos.
-¿Cómo es el Colegio de Abogados de Madrid que usted preside?
-Un lugar de encuentro cordial en el que no se le pregunta a nadie cuál es su ideología. Y los 82 Colegios de Abogados de España forman una piña alrededor del Consejo General de la Abogacía.
Antonio Pedrol Rius fue el letrado que defendió a un hombre que había robado en su casa. Se compadeció de él cuando le escribió pidiéndole perdón. Era la primera vez en la historia de la abogacía que el propio perjudicado defendía al ofensor.