Vivía clandestinamente en Madrid. Aquel
día no tenía motivos para sentir miedo. Era el 24 de junio de
1972.Comprobó que llevaba consigo la documentación falsa que le
acreditaba como Jesús Sánchez. Se dirigió a Pozuelo de Alarcón. Sus
amigos le esperaban en el convento de los Padres Oblatos, donde
pensaban celebrar una reunión. Alguien se fue de la lengua y la Policía
detuvo a los diez. Cuarenta y ocho horas después miembros de la Brigada
Político Social descubrieron que Jesús Sánchez era Eduardo Saborido
Galán, natural de Sevilla y dirigente nacional de Comisiones Obreras.
En esta ocasión no ocurrió en Madrid lo que sucedió en enero de 1967 en
Sevilla. A las pocas horas de ser detenido Saborido, una manifestación
multitudinaria pedía su libertad. Al día siguiente llovió mucho; los
obreros, desafiando al agua y a otros elementos, salieron a la calle
reclamando lo mismo. Los agentes del orden, con gran pericia, los
dispersaron. Ya entonces el que era jefe superior de Policía de
Sevilla dirigió un informe al siniestro Tribunal de de Orden Público
(TOP), en el que expresaba su impotencia ante el fenómeno de
solidaridad obrera que se daba con Eduardo Saborido.
El TOP lo procesó.
El suyo fue el primer procesamiento a un dirigente de Comisiones
Obreras. El TOP era una jurisdicción especial con carácter represivo
creada a finales de 1963 para reprimir precisamente los derechos
fundamentales que están recogidos en nuestra Constitución. El TOP
duró hasta que el gobierno de Adolfo Suárez dijo ¡basta! el 6 de
enero de 1977, festividad de los Reyes Magos. De la infancia de Eduardo
Saborido sé que a los ocho años repartió a domicilio el diario
“Sevilla”, que era del glorioso Movimiento Nacional.
Es de justicia
reconocer que el niño no demostró apego al citado periódico, pues, con
once años trabajó para un abogado republicano por cien pesetas
mensuales. De mayor leyó y lee mucho. En una de las cárceles que le
albergó leyó a Valle Inclán. Sintió alegría por haberlo descubierto y
pena por haber sido tan tarde.
A Eduardo no le desagrada hacer visitas. Hasta tres veces al día iba al cuartel de la Guardia Civil en Santiago de la Espada, un pueblo de Jaén, a 1.300 metros de altitud. Hasta allí le desterraron cuando el primer estado de excepción, en 1969.
Me ha contado un secreto: “Uno de los abuelos de Santiago Carrillo era sevillano y le gustaba bastante el vino. Seguro de que de ahí le viene esa vena imaginativa y creadora.”
A Eduardo no le desagrada hacer visitas. Hasta tres veces al día iba al cuartel de la Guardia Civil en Santiago de la Espada, un pueblo de Jaén, a 1.300 metros de altitud. Hasta allí le desterraron cuando el primer estado de excepción, en 1969.
Me ha contado un secreto: “Uno de los abuelos de Santiago Carrillo era sevillano y le gustaba bastante el vino. Seguro de que de ahí le viene esa vena imaginativa y creadora.”