lunes, 20 de junio de 2011

En el Opus Dei habrá calzados y descalzos.

“La posguerra fue un caldo de cultivo para esto que se llama Opus Dei. Por cierto fue mi tío el que puso nombre a esta institución, porque frecuentemente preguntaba a don Josemaria  Escrivá ¿cómo va esa obra de Dios?
Don José María González Ruiz, doctor en Teología  Bíblica por la Universidad Gregoriana de Roma,  era sobrino del Beato Manuel González García, que fue obispo de Málaga. Decían de él que supo extraer todo el potencial de libertad que contenía el cristianismo.
-Así que caldo de cultivo…
-Escrivá intentó reunir a los católicos, sobre todo  a los estudiantes, para ofrecer una alternativa  laica, pero confesional. Si no hubiera venido la circunstancia de la guerra civil aquello hubiera quedado en una de tantas cosas…
-¿Que  futuro prevé al Opus Dei?
-Tendrá una supervivencia, porque es una organización fuerte, pero aquel entusiasmo casi milenarista de los primeros socios no se cumplirá. Quedará reducido a una cosa totalmente cotidiana.

-¿Una organización unida?  
-Puede haber una división, como ha habido en la historia de todas las congregaciones religiosas. Habrá calzados y descalzos. El fenómeno de la “descalcez” es típico de las grandes congregaciones y puede darse en el  Opus Dei.
-¿Conoció a Escrivá?
-Lo conocí siendo él joven, porque iba todos los sábados a confesarse con mi tío,  don Manuel González, que era su director espiritual. Pero después tardé  mucho en identificarlo como fundador del Opus Dei.
-¿Tan mal fisonomista es usted?
-Es que este señor en aquella época solamente era don Josémaría Escriva. Es decir, su apellido no tenía acento como ahora. Era un sacerdote joven, alto y bien vestido. Tardé años en identificarlo con Josémaría Escrivá de Balaguer y Albas.
González Ruiz nació en Sevilla y murió en Málaga, donde vivió muchos años.