sábado, 9 de abril de 2011

Valioso cheque

Para “Guti”,  futuro tesorero de la APS.
En la primavera de 1982, un periodista  de Hola fue enviado a Bogotá porque Paquirri  había pactado una exclusiva con la revista.
El viajero, que  llevaba en su equipaje un talón de 500.000 pesetas para el torero, se llama Santy Arriazu. Es persona incapaz de distinguir los colores, incluido el rosa, porque padece daltonismo. Por este defecto genético no pudo ser piloto, que era su gran pasión.

Cuando ya en Bogotá contactó con Paquirri, le enseñó el talón. El torero, sin titubear, lo partió ante sus narices y dijo al periodista:
-Yo soy un gran amigo tuyo.  Yo no vendo la noticia de mi boda con Isabel. Ha sido una prueba que he puesto a Hola. Acordé con el hijo del dueño de la revista esa cantidad. Pero lo que hice fue  un pacto de prueba.
El periodista le respondió:
-Yo me había sentido muy triste siendo portador de ese cheque, porque tenía otra idea de ti.
Santy Arriazu es de Pamplona y vasco,  porque según él, se puede ser vasco siendo de Pamplona, lo mismo que siendo de Álava, de Guipúzcoa o de Vizcaya. Sabe hablar euskera, pero no se expresa así entre sus compañeros de redacción, porque en euskera no existen palabrotas. No se sabe que cuales pronunció cuando los duques de Cádiz pasaban la luna de miel en las Bahamas. El  asomó por allí. Hizo fotos. Fue descubierto por perros. Eran del dueño de la isla donde se encontraba la pareja. Sus  guardaespaldas le metieron en un bote.  Hicieron zozobrar  la pequeña embarcación y se marcharon  tranquilos,  creyendo  que  el material fotográfico se había estropeado, pero nada de nada.  Pasados unos días, Hola publicó en color la luna de miel.
Santy es un periodista luchador. En su juventud consiguió un campeonato de boxeo,  a nivel amateur. Estudió en la Facultad de Periodismo de Navarra, de donde le expulsaron por replicar con los puños a lo que él consideró ofensas verbales  por parte de un profesor. También le  despidieron de la revista Semana. En esta ocasión, por lo mismo, por atizar.
Por lo que se ve, nadie le había avisado de que la  vida no es un ring.