Se está escribiendo un libro sobre Francisco Gil Delgado, que en paz descanse. Era doctor en Derecho Canónico, licenciado en Derecho civil, diplomado en Periodismo, canónigo de la catedral de Sevilla y fue presidente de un tribunal eclesiástico con jurisdicción en dos continentes. Me refiero al Tribunal Interdiocesano de Primera Instancia que se ocupa de los pleitos sobre la nulidad del matrimonio. Tribunal muy criticado en los últimos años en los programas del corazón de algunas televisiones privadas. En la estancia del tribunal predomina el rojo púrpura de los estrados propios de la Iglesia en los siglos XVIII y XIX. En el despacho de Gil Delgado había sillones incómodos, como si tuvieran la misión secreta de aligerar el tiempo de los visitantes. Y una foto del cardenal Spínola, fundador de El Correo, donde Gil Delgado comenzó a escribir cuando José María Javierre era director.
EL METRO Y RADIO SEVILLA
Cuando utilizo el metro me viene a la mente el nombre de José María de Mena. Fue la primera persona que en el año 1950 habló de la posibilidad de construir un metro en nuestra ciudad. Sus palabras fueron emitidas por Radio Sevilla y mal escuchadas por las aurttoridades de entonces. Las consideraron descabelladas. Y, por si las moscas, promocionaron el Seat 600, las furgonetas DKW y los Pegaso. Así frenaron la idea del metro.
UNA SORPRESA
He conversado con Guti, no de dinero, aunque sea el futurible tesorero de la APS, sino de Manolo Ferrand. Yo no sabía que estaba casado con una hija del periodista. Le conté que cuando su suegro organizó una exposición de dibujos, algunos periodistas afirmaron que lo suyo era dibujar y los dibujantes se empeñaron en afirmar que lo suyo era escribir. Y que entonces dijo Manolo que el periodismo le había enseñado mucho, sobre todo en ingratitudes, en contrasentidos y en perplejidadedes múltiples. A pesar de todo Ferrand seguía creyendo que la amistad era un sentimiento muy hermoso. En el bar donde charlabamos vi una caricatura de José Antonio Garmendia.¡Que gran persona! Siempre estuvo dispuesto a regalar al Betis otro motor de coche para ver si le entraba la primera. En estos tiempos revueltos Garmendia seguiría escribiendo en el casco de un albañil “no tocar, peligro de huelga” y en el solideo del Papa “cerrado por reforma”.