Fidel Castro morirá en la cama. De muerte natural. No le ocurrirá como a Salvador Allende. La profecía que arranqué al escritor chileno Jorge Edwards en 1974 se está cumpliendo.
Edwards era un escritor perdido en la diplomacia cuando estuvo en Sevilla para presentar su libro Persona non grata. Obra que, con el tiempo, no se podría leer ni en Chile ni en Cuba.
Siendo Salvador Allende presidente electo de Chile dijo sigilosamente al escritor:
-Van a intentar asesinarme el próximo domingo durante la concentración en Valparaiso para que no asuma el poder.
-¿Irá?, le preguntó Edwards.
-Un presidente electo no se puede esconder.
(Y fue a la concentración sin mayor protección. Pocos días después fue asesinado el general Schneider para evitar la llegada de Allende a la presidencia)
Jorge Edwards fue el primer diplomático que Salvador Allende envió a la Habana, en misión oficial. Era el año 1971. Cuando llegó a Cuba, nadie de allí conocía dónde pasaba la noche Fidel Castro, porque, por razones de seguridad, cambiaba constantemente de casa.
El escritor tuvo ocasión de jugar al golf con Fidel. La partida terminó tan mal, que , a los tres meses de la llegada a la isla del reciente premio Cervantes, fue declarado persona non grata por sus dejadas dialécticas al régimen castrista.
Hoy está en Sevilla, por razones de libro. Presentará La muerte de Montaigne en la Biblioteca Infanta Elena.
Edwards era un escritor perdido en la diplomacia cuando estuvo en Sevilla para presentar su libro Persona non grata. Obra que, con el tiempo, no se podría leer ni en Chile ni en Cuba.
Siendo Salvador Allende presidente electo de Chile dijo sigilosamente al escritor:
-Van a intentar asesinarme el próximo domingo durante la concentración en Valparaiso para que no asuma el poder.
-¿Irá?, le preguntó Edwards.
-Un presidente electo no se puede esconder.
(Y fue a la concentración sin mayor protección. Pocos días después fue asesinado el general Schneider para evitar la llegada de Allende a la presidencia)
Jorge Edwards fue el primer diplomático que Salvador Allende envió a la Habana, en misión oficial. Era el año 1971. Cuando llegó a Cuba, nadie de allí conocía dónde pasaba la noche Fidel Castro, porque, por razones de seguridad, cambiaba constantemente de casa.
El escritor tuvo ocasión de jugar al golf con Fidel. La partida terminó tan mal, que , a los tres meses de la llegada a la isla del reciente premio Cervantes, fue declarado persona non grata por sus dejadas dialécticas al régimen castrista.
Hoy está en Sevilla, por razones de libro. Presentará La muerte de Montaigne en la Biblioteca Infanta Elena.