viernes, 7 de agosto de 2020

El balcón del apartamento

Va más segura por la vida con su perra que con una persona. El animal la salvó de morir atropellada. 
Loly Serrano Polo no ve desde que tenía ocho años. La conocí cuando ya había cumplido 28. Era profesora de EGB, licenciada en Psicología y diplomada en inglés. Hacía de todo: guisar, fregar, planchar y pintarse labios, mejillas y ojos. 
-¿Si recobraras la visión durante unos minutos?
 -Lo primero que haría es buscar a mi hermano pequeño al que mi madre puso en mis brazos cuando nació. Y ver a mi novio.
 -¿Conocerías sus manos entre un centenar de ellas?
 -Las manos de mi novio las conozco muy bien. (Se ríe. Enciende un cigarrillo. Su perra está muy tranquila) 
La Universidad ha hecho llorar mucho a Loly. Así me lo contó:
 -Un catedrático de la Facultad de Ciencias de Granada me dijo que yo no podía seguir la carrera de Ciencias Exactas. Le contesté que en Madrid varios invidentes la cursaban sin especiales dificultades. “No me creo lo de Madrid, salvo que regalen las notas a los ciegos o les reduzcan los programas” respondió el docente. 
(Aquel verano Loly se fue a veranear con su familia a Torre del Mar, donde tienen un apartamento con balcón, desde donde pensó tirarse por lo de Granada.) -Fue mi madre quien me quitó de la cabeza la idea del suicidio.