Un exministro habló ante 300 presos en la antigua cárcel de Ranilla. No se tomaron medidas especiales de seguridad respecto a su persona. Fue presentado por el director de la institución. Moderó el coloquio un preso acusado de atraco. Llevó reloj para no hablar más de 45 minutos y en la cartera lo que acostumbra: 7.000 ó 10.000 pesetas. Se sintió muy satisfecho con la retribución recibida: ese bien moral que le produce una visita al hospital o al cementerio. Esta personalidad como profesor estaba acostumbrado a auditorios muy juveniles. Como abogado, a magistrados solemnes. Como parlamentario sabía que nunca se convence al adversario, pero sí se influye en la opinión pública.
Me he referido a Manuel Clavero a quien los presos le escucharon hablar sobre Blas Infante y sus sentimientos por Andalucía.